He aquí lo no programado. Lo humilde, lo artesano, lo desprejuiciado, lo crítico, lo juguetón, lo saltarín. Contemplad aquella cultura que empezó sin cobrar entrada. Exponed vuestros cuerpos, mentes, historias y sueños a las infinitas formas culturales crecidas en las calles, en las catacumbas y en las habitaciones. ¿Quién ha dicho que no podáis ser parte de todo esto? Sin camerino también se inventa. Sin cánones también se crea. De hecho, sin cánones es como se imagina. Esperamos de todos modos que lo que sigue os haga sentir que vivís en un universo un poco más amplio.

jueves, 11 de octubre de 2007

En el comienzo de los comienzos...


Después de varios días (y alguna que otra semana) devanándome los sesos para dar con una frase de menos de siete palabras y sin oraciones subordinadas que bastara para evocar la extensión, el significado y la posible evolución venidera de la cultura subterránea, sólo se me ocurrió aquello del universo en expansión (alguien lo habrá pensado antes, ni que decir tiene). Es una imagen bastante fiel, pero literariamente no queda bonita; ante semejante constatación, lo único que puedo afirmar es que seguiremos trabajando para despejar el camino hacia mejores metáforas.

Lo que sí estamos en disposición de proclamar con cierta rotundidad es que lo visto hasta ahora es sólo el comienzo de los comienzos, la punta del iceberg de una singladura contracultural que construiremos entre todos y que sacará a la luz a una multitud que está trabajando en la recomposición creativa, humorística y desprejuiciada de esta realidad que nos cayó encima como si fuera inmutable y que nosotros vamos a revelar como modificable.

Como punto de partida (y de no retorno) hemos fijado unas jornadas, acaecidas el 5 de octubre, donde por lo pronto se acabó propugnando que los creadores sin recursos ni contactos (es decir, casi todos nosotros) tomaran/tomáramos las calles para exhibir su/nuestra obra.

Con anterioridad a tal sucedido, Rafa Iglesias, Patricia Davis, Enrique Valverde y José Luis Tirado, todos ellos correosos y audaces apóstoles de la cultura no mediatizada por los medios mediáticos, coincidieron en referir sus experiencias al margen de lo promovido desde altas esferas (los tres primeros en una mesa redonda, el último en una presentación propia con proyección de algunos de sus vídeos). No voy a ser yo quien intente el relato de los densos periplos vitales de estos creadores, pues es probable que no atinase; si ellos quieren, les cedemos el blog para que un día nos lo cuenten. De cualquier modo, no creo que sea un sinsentido afirmar que a nuestros invitados y cooperadores les unían como mínimo tres factores de capital importancia en una teoría de la cultura subterránea, que podrían definirse como:

1. La voluntad de abrir el universo cultural a todo el que quiera vivirlo.
2. La renuencia a diluir o minimizar la originalidad y/o el contenido crítico de sus discursos y prácticas artísticas.
3. La disposición a resistir berroqueñamente ante cualesquiera adversidades y mantenerse en la brecha sean cuales fueren los medios disponibles.

No es arriesgado barruntar que cada uno de los que allí estuvieron habrá sacado una conclusión particular y personalizada de lo acontecido en aquel intercambio de experiencias y situaciones infrecuentes vividas en tiempos y lugares de inusual disparidad. Quizá la mejor estrategia para entender esa tarde consistiera en concebir aquellas horas como un ejercicio para entender la necesidad de situarse en el lugar de alguien cuya experiencia de vida no es exactamente igual a la nuestra. ¿Cómo se ve el mundo desde la perspectiva de alguien que se pasa media vida luchando porque su calmante vegetal favorito sea examinado según parámetros racionales y sin que intervengan la histeria y las consignas, todo ello después de haber sido fraile antes que cocinero al haberse tenido que buscar la vida en un mercado laboral hostil después de colgar la sotana? ¿Cuál es el color de la existencia cuando se percibe después de haber pasado años intentando sacar de cada uno el actor y/o el humorista que lleva dentro y que se queda dentro por esconderse de una cultura que expulsa la expresión artística de la vida cotidiana y la considera propia de patéticos bufones carentes de sentido del ridículo? ¿Cómo se despierta uno tras haberse pasado el día anterior examinando el potencial del Camarón de la Isla como icono de la revolución social, o editando lo ideado por otros sabiendo que la ganancia que recibirá será en exclusiva la proveniente de la tranquilidad de espíritu que sólo puede dar la coherencia con los propios ideales, o recibiendo serias amenazas por haberse atrevido a plantear respetuosamente que a lo mejor Jesucristo, de haber conocido el látex, no coincidiría con Karol Wojtyla en su opinión sobre el mismo)? ¿Dirías lo mismo, pensarías lo mismo, sentirías lo mismo, si hubieras aterrizado en una playa donde los generadores de energía eólica se pueden quedar hasta que cambiemos de era geológica mientras que las personas que a duras penas llegan allí sin otro ánimo que el de ganarse el pan con el sudor de su frente son implacablemente repelidas en dirección al lugar de donde huyeron, y eso si tienen la suerte que la playa de la que hablábamos al principio no los espere como cadáveres ante la pasividad de quienes podrían hacer algo y deciden no hacer más que ganar dinero? El mundo no es una jungla, pero la élite sí es un zoológico, pudo haber dicho José Luis Tirado durante la cumbre de la Unión Europea celebrada en Sevilla en 2002, antes de sugerir a los viandantes que no arrojasen cacahuetes a los agorafóbicos dirigentes enjaulados por voluntad propia en el hotel Alfonso XIII.

Si es posible y el autor da su permiso, próximamente publicaremos en este blog el vigoroso manifiesto escrito para la ocasión por Rafa Iglesias, quien allí mismo lo leyó ataviado con ropajes de clerecía (ya sé que el hecho de que acudiera a nuestras jornadas protegido de la desnudez con telas normalmente asociadas a la condición de sacerdote puede para muchos quedarse en la mera anécdota, pero no para mí, pues la reivindicación del uso ciudadano de tales tejidos no deja de tener su potencia metafórica). No es éste el lugar de ejercer de analista, exégeta o sesudo comentarista de lo redactado por Rafa Iglesias, pues él se explica lo suficientemente bien como para no necesitar intermediarios. Sólo diré que da mucho que pensar, lo cual es en mi modesta opinión lo mejor que se puede decir sobre cualquier escrito.

Previamente, Paco Cerrejón había acometido un desafío comparable a los trabajos de Hércules (o a las doce pruebas de Astérix, ya que estamos en ello) comprimiendo la historia del cómic en apenas dos horas de exposición (incluyendo anécdotas, desviaciones de la historiografía establecida, ruegos, preguntas, cómic norteamericano, francés, peninsular, argentino, tradicional, contemporáneo, infantil y filosófico, y teniendo tiempo aún para examinar las prácticas de gestión cultural más frecuentes cuando se trata de organizar eventos relacionados con este universo creativo). A lo largo de su documentada presentación quedó de manifiesto que el cómic es una forma contracultural asaz curiosa; no todo el cómic forma parte de la contracultura, no en todas partes forma el cómic parte de la contracultura, no todos creen que el cómic forme parte de la contracultura, y sin embargo la contracultura quedaría severamente mutilada si de ella se sustrajera el cómic. Tendríamos que entrar en prolijos análisis sociológicos para explicar las razones de esta situación, aparentemente paradójica pero en el fondo coherente; en todo caso, podemos apuntar que la contracultura se nutre del absurdo e intenta por todos los medios que la arbitrariedad se vuelva contra quien la perpetra, y así el cómic, despreciado como vehículo de cultura por gentes empecinadas en augurar que nunca llegaría a las alturas de la literatura y el cine, dio lugar a obras en cuyo proceso creativo se disfrutó de una libertad raras veces sentida por quienes se dedican a las novelas o a los largometrajes. ¿Qué otra cosa podemos decir tras asimilar la estrambótica historia del cómic español, convertido en portavoz de un discurso abiertamente crítico con la organización social franquista a pesar de que las historietas que reflejaban ese discurso tenían que dirigirse a un público infantil por imperativo legal? Así es; el gobierno fascista había promulgado órdenes en las que se dejaba claro en papel del Estado que en la España nacional el cómic había de ser siempre para niños. Como pasa tantas veces cuando alguien se enfrenta a la contracultura, no les sirvió de nada; en cuanto murió el dictador y asesino (todavía hay quien cree que estas dos palabras no significan lo mismo), el cómic, esa forma de comunicación para críos que no entienden de política, se vio representado en España por revistas como El Víbora y El Papus, cuyo descarnado afán transgresor guarda una extraña relación con aquel decreto que por narices circunscribía la historieta al universo de los chavales de primaria con pantalón corto.

Pues eso fue una parte de lo que dio de sí el día. Vienen muchas más experiencias en camino.


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sábado, 18 de agosto de 2007

¿Puede construirse una historia local a partir de lo insólito? Una introducción no necesariamente breve

Se dice que la historia la escriben los vencedores, y no siempre es cierto; los vencedores son con frecuencia ágrafos, ya que la gente verdaderamente sabia decide no competir, y que de esta forma nadie les pueda acusar de ganadores (verdugos) ni condenarles a arrastrar la condición de derrotados (víctimas). Lo que sí es difícil de discutir es que los vencedores no escriben la historia, pero sí la gritan con venas del cuello sobresalientes, y se las arreglan para acaparar el espectro sonoro de manera que con el tiempo se instala una normalidad; pasados los meses, nadie se acuerda de cómo se instituyó ese o aquel paradigma, y si alguien se plantea que un lugar común es irracional, empobrecedor, aburrido o inservible, no faltará quien levante su dedo acusador y le escarnezca sin compasión por haber preguntado más de la cuenta, ya que lo normal no es normal porque sí, sino porque los vencedores eran más guapos, más rubios, con ojos más azules, más carismáticos y de mejor familia. Sin embargo, podría ser, y de hecho ocurre con frecuencia, que los perdedores fueran más bondadosos, más razonables, más sensibles, más tolerantes y con un mayor sentido de la libertad y la justicia social, y también podría ser que fueran más imaginativos, más creativos, más audaces en la expresión y que entendieran mejor el significado de las ideas de duda, búsqueda y aprendizaje lúdico.

Podríamos entonces cambiar una letra y decir que la historia la escriben los vendedores, o mejor, dado que a un vendedor no le resulta rentable aprender a redactar, sostendremos que la historia la venden los vendedores (y por ello debe ser comercial como Operación Triunfo), la compra quien tiene dinero para ello y la escribe un asalariado que no pasará a la historia; un grupo editorial poseerá el copyright y por tanto intentará que la historia no se repita sin su consentimiento y lucro, y en la cubierta figurará como autor alguien que esté más acostumbrado a dictar a taquimecanógrafos que a escribir él mismo.

Dicho esto, y asumiendo que la historia con mayúsculas, lo que de verdad ocurrió y lo que nosotros creemos que ocurrió son tres variables que se aproximan a veces por pura casualidad, es mi intención empezar a depositar en este blog algunos hechos acaecidos en lugares no muy alejados de aquél donde actualmente se me puede encontrar; con un poco de suerte, alguien podrá unir entre sí estos inhabituales sucesos y partir de ellos para formar una historia local no escrita por los vencedores ni por los vendedores, sino organizada en torno a hilos poéticos, surreales, metafóricos y/o subculturales que acaben estimulando algunas imaginaciones a pesar de ser imperceptibles para quien tenga la sensibilidad abotargada por el brillo de los desarrollos urbanísticos costeros.

¿Seremos capaces? A lo mejor aprendemos algo según lo vamos intentando.

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martes, 31 de julio de 2007

¿Cómo os atrevéis a llamar no-lugar a estas calles donde tantas utopías se han imaginado? Capítulo I. Introducción y antecedentes más o menos remotos

Y sin embargo se mueve. Han sido muchos años vendiendo parcelas turísticas en el espacio entre el Guadalquivir y el Guadaira so pretexto de que allí podía hallarse una reserva india o urbanización marbellí para gentes con chaqueta cruzada que creen tirar monedas al populacho desde todoterrenos con cristales tintados, porque creen en la existencia del populacho y en el charlestón y en la exposición del veintinueve y en los jornaleros obligados a comer República y en el latifundio y en la fiesta de los toros; sin embargo, contaminan como en el siglo veintiuno, o aún mejor, como en los años setenta, edad de oro de la polución y la construcción de autopistas urbanas con pasos elevados. Pero son 1.427.060 habitantes de tendencia política generalmente considerada como progresista si miramos estadísticas y comparamos con la media del entorno, es decir, que no cuela la fantasía elitista de una Marbella de río caracterizada por lo bien que bailan los caballos andaluces y lo caros que cuestan los souvenirs en tiendas para jeques árabes y magnates alemanes de la comercialización de enanitos de jardín. No, nada de eso; dejemos a los turistas que consuman la ciudad-programa de cotilleo-edén decimonónico con código de barras que han contratado (un poco triste en mi opinión, pero para gustos se hicieron colores y dicen que estamos en una democracia y esas cosas) y vayamos a explorar el sitio donde los 1.427.060 individuos arriba mencionados residen realmente, donde yo escribo estas líneas ahora mismo con una sintaxis que no sé si será muy popular en estos tiempos de oraciones telegráficas, stop.

(Antes de seguir, pido disculpas anticipadas por las inexactitudes, los errores de calibre más o menos grueso y las meteduras de pezuña en que pueda incurrir a causa de lo fragmentario de mis conocimientos. Tened en cuenta que en este blog no se suele afirmar, sino que es más bien un espacio para la duda, el intercambio de ideas y el planteamiento de hipótesis; si algún lector de "Inmersión en el substrato" [en el caso de que existan tales lectores] encuentra que nuestras descripciones yerran, pues él vivió otra cosa, que nos lo haga saber; eso sí, con amabilidad).

No muy lejos de la Sevilla de los turistas, lo cual es casi una provocación para quienes confunden valor y precio, se encuentra el entrañable laberinto de callejuelas por donde ha de empezar toda exploración contracultural de la ciudad a que nos referimos. La historia cultural subterránea de dicho emplazamiento se remonta seguramente a tiempos inmemoriales; el destino insurrecto del área comprendida entre la Ronda Histórica y más o menos el eje Amor de Dios-
Campana-Encarnación quedó sellado tras el fracaso allá por el siglo XIX de una remodelación de la Alameda de Hércules destinada a convertirla en hogar de próceres y prebostes (de esa remodelación datan la Casa de las Sirenas y otros edificios señoriales de las inmediaciones). Este intento decimonónico de convertir la Alameda en distrito para élites se fue a pique cuando la vecindad se llenó de fábricas y de alojamientos para obreros; lo que entonces era el norte de la ciudad era la zona elegida para la incipiente revolución industrial sevillana, y los potentados querían distinguirse de aquella gente condenada a ser vista siempre como populacho, turba, turbamulta, horda roja o masa. De manera que los privilegiados agarraron sus sombreros, sus corbatas y sus pañuelos saliéndoles del bolsillo de la chaqueta y se fueron al sur de la ciudad a recibir turistas, mientras al laberinto de callejuelas del que hablábamos seguían llegando jornaleros hambrientos y soñadores para quienes vivir era sinónimo de luchar hasta un punto que no estoy seguro de que podamos concebir quienes hoy día disponemos de banda ancha y nevera (a veces) llena. Luchar para pagar el pan, para poder permitirse comer algo que no fuera pan (y legumbres de vez en cuando), para que los hijos no murieran en el parto, para no morir en el parto, para no perder el empleo, para no morir de enfermedades relacionadas con la mala alimentación cuando se perdía el trabajo, para no morir de enfermedades relacionadas con la mala alimentación aun manteniendo el trabajo, para no morir de enfermedades contraídas en el trabajo, para ser curado cuando uno caía enfermo (seguro médico), para no morir de hambre cuando uno no podía seguir trabajando (seguro de incapacidad) o cuando envejecía (seguro de vejez), para no ser desahuciado cuando al casero le viniese en gana... Dadas las circunstancias, soñar con otra vida era imprescindible para seguir vivo; si no se quería esperar hasta después de la muerte, sólo quedaba la política. El sistema político oficial de aquel entonces (1880 y años posteriores) había sido creado por un tal don Antonio Cánovas del Castillo con el propósito expreso de mantener al pueblo (populacho, masa, turba, horda roja) apartado de la toma de decisiones y del establecimiento de prioridades; no se trataba de mejorar la vida de la gente, sino de "mantener la estabilidad institucional", "desarrollar un concepto fuerte de España, que se materialice en una arquitectura constitucional que confiera solidez a la forma de Estado" y esas cosas que tanto se leen todavía en los periódicos y que tienen tanto que ver con cómo nos las arreglamos para llenar nuestro plato y no pelarnos de frío en invierno. De modo que el hambre y la "estabilidad institucional", que en general son malos compañeros, no pudieron coexistir, instalándose en la Alameda, el Pumarejo y alrededores (y asimismo en otros sitios próximos como Triana) una cultura reivindicativa de arrollador empuje articulada sobre demandas de elemental justicia y utopías de conmovedora naturaleza.

Los años diez, veinte y treinta del siglo XX fueron en el norte del Casco Antiguo años de miseria, enfermedad y explotación pero también de unión y solidaridad entre las gentes que sufrían tan indecibles padecimientos. No había resignación; la utopía la había expulsado de aquellas calles. Una huelga sucedía a otra, a pesar de que ese derecho no estaba reconocido y los conflictos laborales solían reprimirse con pocas contemplaciones físicas, por lo que protestar suponía arriesgar el empleo y el pellejo. Las huelgas no eran sólo laborales; también podían ser huelgas de alquileres, en que un determinado colectivo (un barrio entero, por ejemplo) se negaba a pagar a los propietarios de su vivienda si éstos (en su conjunto) no reconocían ciertos derechos o acometían ciertas mejoras.

Según se cuenta, porque creo que existen pocas grabaciones que lo atestigüen, la música que acompañaba a todo este proceso era el flamenco, que entonces no estaba mediatizado en modo alguno por estructuras de marketing y comercialización; no sé si en tiempos de la II República existía en la Península algo parecido a una industria discográfica, pero parece que el género musical mimado a nivel comercial era la copla, quedando el flamenco puro como vehículo para transmitir tradición oral y como música que acompañaba las reuniones sociales de forma espontánea. Debe tenerse en cuenta que entonces no existía el rock and roll, ni el hip-hop, ni el heavy metal ni ninguna de las músicas que hoy se asocian con la contracultura; tampoco era habitual que se dispusiera de reproductor de discos en casa. Parece que el cine y el teatro eran muy populares, y aunque los niveles de analfabetismo eran extraordinariamente elevados y la enseñanza era elitista, falta de medios y contaminada por siglos de oscurantismo religioso, ello no obstaba para que una población ávida de cultura intentara en muchos casos formarse por sus propios medios, a veces con la ayuda de los ateneos y escuelas populares que entonces surgían por doquier. Se puede decir, sin embargo, que el vanguardismo que se podía encontrar entonces era más político y social que cultural, literario o musical; quizá se pueda decir que las corrientes pedagógicas progresistas primaban la enseñanza científico-matemática y la educación en valores, pues se pensaba que para afianzar el pensamiento crítico y racional era menester desterrar primero la retahíla de supersticiones de origen eclesiástico que nublaba desde tiempos remotísimos el pensar de las gentes no escolarizadas de la zona (y a veces de las escolarizadas también, pero por lo menos éstas habían disfrutado de mayores posibilidades de elección).

El asesino Queipo de Llano, aún enterrado en la basílica de la Macarena para consternación de todo antifascista que sepa de su ejecutoria (de sus ejecuciones), cortó de raíz todos estos avances. No voy a dedicar muchas letras a condenar la inconcebible brutalidad y execrable crueldad de una represión que pretendió borrar del mapa todo lo que hubiera tenido relación no ya con ideas revolucionarias, sino con reivindicaciones de derechos que hoy damos por garantizados; me limitaré a hacerme eco de que no sólo la izquierda fue exterminada, sino que los izquierdistas fueron exterminados, llegándose a demoler edificios por el solo hecho de que allí solían reunirse revolucionarios y sindicalistas. Tan implacable aniquilación de las ideas contrarias llevó más tarde, como no podía ser de otra forma, a una cierta despolitización de la contracultura frente a la hiperpolitización de antes de la guerra. Pero eso ocurriría décadas más tarde; de momento vendría la posguerra, el miedo y la resignación, otra vez la resignación.

Duró bastante, pero no podía durar para siempre (no hay mal que cien años dure). El hambre no se había ido y muchas actividades antes toleradas habían sido prohibidas, por lo que la gente seguía teniendo bastantes razones para quejarse, o para evadirse mentalmente si, como era el caso, no se les permitía la queja. Así las cosas, estaba claro que las realidades no oficiales iban a penetrar, por muy pequeña que fuera la rendija. Irónicamente, fue a través del estamento militar y de la primera potencia mundial como llegó en ese sentido aire fresco al lugar; con toda la libertad que faltaba entonces en Estados Unidos (no hacía muchos años que a Bertrand Russell se le había prohibido enseñar en una universidad de aquel país, por ateo y corruptor de la juventud), la verdad es que aquí faltaba bastante más (cuando a Bertrand Russell se le prohibió enseñar en una universidad de Estados Unidos, declaró que la situación le recordaba a "la España de Franco"). Es bastante conocida la historia de cómo a través de las bases de Rota y Morón ciertas personas residentes en Sevilla tuvieron contacto con los ritmos en aquel entonces considerados salaces e indecentes que hacían furor entre la juventud de Estados Unidos y gran parte de Europa (aquí los cines cerraban todavía en Semana Santa por mor de la exigencia eclesial de recogimiento). En tiempo reciente he oído historias de cómo penetra la cultura occidental en lugares como Irán y Afganistán, donde la música ha llegado a estar totalmente prohibida, y he encontrado cierto paralelismo con estos recovecos de la historia de España; en la actualidad, los cantantes pop más vacuos y sintéticos de las cercanías de Hollywood pueden ser verdaderos iconos revolucionarios en ciertos países sin abandonar por ello su insípida identidad de marca comercial (miento: no son insípidos, son tan indigestos como sus patrocinadores). Elvis Presley ejercía quizá el mismo papel hace unos cuantos años, cuando los mosenes y las beatas se escandalizaban y se hacían cruces a cuenta de ese movimiento pélvico.

No obstante, lo que entró de tan insospechada y castrense manera no fue sólo la música de la América profunda ni los bailes de los repeinados y competitivos estudiantes que cada cierto tiempo vuelven a torturarnos a través de películas tipo "Grease" (aunque ese cliché también tiene su reverso, del que algún día hablaremos si nos da tiempo). Cuando tuvo que entrar la psicodelia, también entró. Mientras que en Madrid o Burgos se conocía a los Beatles y a pocas formaciones más, las discotecas de ciertos lugares de Andalucía obsequiaban a sus parroquianos con sonidos que las timoratas editoras musicales del momento no se atrevían a publicar oficialmente aquí. Se dice que el peculiar modo de circulación de las grabaciones sonoras favoreció una cultura subterránea única en el país por su carácter inequívocamente callejero y popular, ya que en Barcelona y Madrid quienes disfrutaban de acceso al rock eran gente más adinerada (en general, la diferencia de riqueza entre estas capitales y la ciudad de la que hablamos ha sido siempre bastante palpable, y se puede comparar con la que existe entre la clase media y la media baja. Seguirá siendo así mientras haya medios de comunicación de masas y Andalucía, Galicia o Extremadura no aparezcan nunca en ellos como no sea en la crónica de sucesos o en la de eventos folklóricos). Debido a este cúmulo de circunstancias y a otras razones que nos harían el artículo demasiado largo si no lo es ya, fue entonces que en Sevilla se asentó una cosmovisión contracultural más bien hippy, que aún subsiste y está ahí para todo el que quiera ver el bosque más allá de los árboles cofrades.

¿Y el resto de las formas creativas existentes? ¿Qué había sido de la literatura, el arte contemporáneo, la fotografía, el cine, el teatro y la creación vinculada a lo político-social? Pues miren ustedes, de eso la verdad es que no se recuerda mucho. Tengo para mí que a ello se dedicaban sobre todo universitarios, que amaban el cine sobre todas las cosas (Godard, Eisenstein, los recientemente fallecidos Bergman y Antonioni, el cine checoslovaco), y que poco o nada se supo por estos lares de los Provos holandeses o del movimiento Fluxus. La década de los setenta fue otra historia totalmente distinta, pero en 1969 todavía quedaban seis años de dictadura fascista sin divorcio ni anticonceptivos ni sexo antes del matrimonio ni derecho a la huelga.

Entretanto, el lugar donde comenzamos este artículo, la zona norte del Casco Antiguo sevillano, iba siendo condenado al derribo de todos sus edificios y su sustitución por deprimentes representaciones de la arquitectura de masas de la época (los edificios construidos entre 1950 y 1980 están hasta en la sopa y nos hacen llorar lágrimas de amianto; es difícil pensar en una tendencia arquitectónica que haya resistido peor el paso del tiempo). Existió sobre el papel un increíble plan de remodelación, cuyos culpables habían previsto que fuera perpetrado más o menos en 1979, que propugnaba la eliminación de casi todos los inmuebles antiguos que rodean la Alameda de Hércules, los cuales serían sustituidos por bloques de viviendas de nueva construcción con cinco plantas sobre rasante. La Alameda se iría al garete merced al asfaltado de seis carriles para vehículos automóviles, tres por sentido, y bajo la misma se horadaría un imponente aparcamiento subterráneo (¡de cinco niveles!) contiguo a una de las estaciones del primer proyecto de metro de Sevilla. Tamaño desastre urbanístico, que de haber sido cometido hubiera transformado la Alameda en una ficción tan legendaria como el castillo del rey Arturo, fue evitado in extremis por la llegada al poder en el mismo año 1979 de ayuntamientos salidos de las correspondientes elecciones (el despropósito había sido aprobado dos años antes por un pleno municipal compuesto por concejales elegidos según las normas vigentes bajo Franco, es decir, designados vaya usted a saber cómo). Lo cierto es que mucho tiene que mentir y manipular un partido político para poder ganar una votación popular llevando en su programa tan nauseabundo desmán especulativo, casi equivalente a derribar la catedral para construir encima un supermercado dedicado a vender exclusivamente merchandising de la liga de fútbol.

Este apocalipsis, cuyo advenimiento fue impedido en el último minuto por la oposición ciudadana, venía siendo planificado desde décadas antes, pues el sector Alameda-Pumarejo se iba cayendo a pedazos ante la pasividad de todos los que podían intervenir y no lo hacían porque esperaban el momento justo para trocar el carácter proletario de la zona en lucrativo perfume pequeñoburgués anunciado en TV. Las fábricas ya no estaban allí, pues en general convenía situarlas más allá de Despeñaperros; las pocas que abrieron en Sevilla lo hicieron en polígonos industriales con nombres tan propios de un polígono industrial como Carretera Amarilla, Store y Calonge, que aún hoy son lugares desapacibles donde se anima a instalar salas de conciertos porque no hay vecinos. ¿Y dónde estaban los vecinos? Fueron realojados, muchas veces a la fuerza, en bloques de viviendas tan anodinos como esas fábricas, separados en barrios distintos de un extrarradio inmenso para las dimensiones que los más viejos del municipio estaban acostumbrados a manejar. Sería allí, en esa ciudad que ya no podía ser un pueblo, donde décadas más tarde arraigaría el hip-hop sevillano, versión local de la que se considera la subcultura urbana por excelencia. Pero eso también es otra historia.

CONTINUARÁ...

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martes, 24 de julio de 2007

¿Acaso las tribus urbanas no son un intento de gregarizar lo ingregarizable? (y que me perdone quien sea alérgico a la invención de palabras).

Resulta que tenemos en un principio a unos individuos que dentro o fuera de una subcultura se manifiestan como personas libres y autónomas, sin perjuicio de sus posibilidades de asociación cooperativa, y cuando nos queremos dar cuenta los vemos transformados en punks, mods, rockers (muy populares en Sevilla a finales de los 80), jevis (o heavies), jipis (o hippies), frikis (o freakies, aunque en inglés del de verdad se dice geek), roleros, clubbers, ravers, B-boys, otakus, góticos (partidarios de Bauhaus, de The Cure, de Nine Inch Nails o incluso de Chimo Bayo, y no es broma), indies de diversos tipos, seguidores del viejo metal, del nuevo metal, del metal gótico, del trash metal, del metal alemán y hasta de los Guns´n´Roses. A veces, el proceso simultáneo de subdivisión y etiquetado llega a extremos tan enloquecidos que presenciamos con estupor la aparición de grupos que en principio parecen una contradicción en sí mismos: así, nos damos de bruces con los punks nazis, o con los rockeros cristianos de Estados Unidos, tendencias nacidas de contextos en que el punk y el rock and roll no representan exactamente lo mismo que aquí.
Pero, ¿a qué viene esta frenética necesidad de clasificación? Cuando un grupo saque un disco, ¿tendrá que llevar nombre en latín, como las plantas? Porque así la contracultura se asemeja más al reino vegetal que a otra cosa, la verdad...

A esta plétora de grupos subculturales brotados de forma con frecuencia nada espontánea se le suele llamar en español "tribus urbanas"; no deja de ser curioso que la lengua inglesa carezca de una expresión similar. Y es que no parece que estas dos palabras se hayan escogido de manera inocente; el vocablo "tribu" connota una lealtad perruna al grupo, erigido en sustituto de la humanidad en su conjunto y en pantalla a través de la cual se filtra el contacto con agentes exógenos, si es que dicho contacto existe. En ese sentido, se les estaría acusando de formar sus propias sociedades cerradas. ¿Es eso así? Aunque hay personas que se etiquetan a sí mismas con un énfasis que va mucho más allá de la necesidad de definirse, por lo general las tribus urbanas son clasificadas desde fuera, usando a veces criterios más relacionados con la maximización de las ventas de periódicos que con cualquier otra consideración, así como con lugares comunes que a fuerza de repetirse se acaban imponiendo. Por supuesto, en opinión de estos simplificadores con altavoz las tribus urbanas se caracterizan sobre todo por su forma de vestir, y no por su forma de pensar; la misma forma de vestir es presentada ora de modo folklórico y caricaturesco, ora pasada por el tamiz de las últimas tendencias de la moda milanesa y vendida a un precio que puede hacer estallar cerebros sólo con verlo en la etiqueta. Y es que la indumentaria es más fácil de vender que la ideología, y tiene más futuro en el mercado publicitario; una imagen vale más que mil palabras, una imagen crea más valor para el accionista que mil palabras. Por si esto fuera poco, el producto-tribu urbana es presentado con mentalidad de parque temático: la verdadera escena ha de ser emplazada forzosamente en Estados Unidos o el Reino Unido, a nivel mundial, y en Madrid o Barcelona, a nivel peninsular, salvo cuando se trate de movimientos enraizados en tradiciones locales, que en ese caso han de circunscribirse al lugar de su nacimiento y ser retratados como propios de aborígenes que aún creen en el trueno como dios vengador. Sólo teniendo esto en cuenta se pueden entender siguientes fenómenos en apariencia paranormales:

ADVERTENCIA: Lo que sigue es extremadamente opinable (lo que antecede también; lo que sigue, sin embargo, es más opinable). No se soliviante nadie por atribuirnos intención de poner a caer de un jumento sus gustos musicales; en verdad yerra quien tal cosa estime, pues a partir de ahora vamos a hablar de creación de modas y tendencias, así como de estrategias para agrupar a un público que quizá de otro modo quedaría disperso.

1. ¿Quién define el punk? En posteriores artículos se tratará esta forma de contracultura tan interesante; aquí nos limitaremos a hacer constar nuestro asombro ante los intentos de delimitar el punk perpetrados por algunos avispados críticos musicales y sociólogos que hacen el trabajo de campo en el despacho. Por algún motivo, The Clash es un grupo generalmente considerado punk; por algún otro motivo un poco más arcano, Rage Against the Machine, grupo intercambiable con los anteriores respecto a la ideología y el contenido verbal pero con un sonido que se suele asociar a la década de los noventa, no tienen NADA que ver con el punk. La razón de todo esto la empezamos a barruntar cuando comprobamos que punk parece ser todo aquel individuo no encuadrable en otro movimiento que se atreva a pisar las calles luciendo un peinado aunque sea ligeramente reminiscente del exhibido por los sujetos que posaban para las fotos interiores de la casete recopilatoria "Punk en Miranda de Ebro, 1983-85", si es que tales fotos existían, que en aquel entonces, sin cámaras digitales ni Bluetooth ni leches, revelar una instantánea debía de costar ambos órganos renales.

2. En los últimos tiempos, el reggae se ha convertido en la música obligatoria de la cultura punk, más aún que los propios sonidos punkis de toda la vida. Otrora, escuchar música jamaicana era una más entre las opciones complementarias con que alguien que se autodefiniera como punk podía llenar su tiempo; hoy día, en cambio, es una característica. Aunque no es difícil averiguar que la íntima relación entre la subcultura punk y el underground jamaicano se remonta a la confluencia de ambos movimientos en el Reino Unido allá por los tiempos en que aquí triunfaba Camilo Sesto (y eso es algo que hay que reconocerle a la subcultura punk, que nació como antirracista en un panorama de comunidades separadas en función de la procedencia de sus miembros), no deja de tener su aquel que los punks más connotados como tales sólo tengan oídos para un estilo de "música combativa nacida en el Tercer Mundo"; el resto de los sonidos de origen extraprimermundista se asocian normalmente con los hippies, en un primer momento aborrecidos por los punks bajo la acusación de ser en el fondo unos pijos. ¿Que todo esto tiene bastante poca lógica? Sí, a mí también me lo parece. ¿Que la gente en general y los punks en particular son más inteligentes que todo eso? Bueno, depende de cada caso, pero yo creo que sí. ¿Que si todo el mundo está de acuerdo en que el punk nació en Jamaica para qué me voy a meter en camisa de once varas diciendo que no veo yo dónde está la conexión? Pues seguramente ése el pensamiento que explica todo este galimatías, y es una pena, porque la subcultura punk siempre se ha caracterizado por su furioso antigregarismo.

3. Harto curiosa es también la relación de los rastafaris con el emperador Haile Selassie de Etiopía, considerado Dios en la Tierra sólo por ser el único gobernante africano que mantenía el poder en la época del colonialismo explícito. Una visión más prosaica del personaje conllevaría el reconocimiento de que al parecer no supo o no pudo llevar a cabo las reformas que Etiopía necesitaba, ni se enemistó demasiado con lo que los rastafaris llaman "Babylon", ni tampoco hizo nada para detener las hambrunas de 1973; todo eso, sin embargo, no tiene nada que ver con una isla del Caribe.

4. Lo que en el extranjero llaman "world music" y aquí llamamos "música étnica" es un fenómeno para estudiarlo detenidamente en cuanto saco sin fondo donde yuxtaponer con pocos escrúpulos sonidos cuya única ligazón puede ser la de no proceder de Estados Unidos, Europa Occidental o Japón, o inspirarse en algún estilo musical no académico de aparición anterior a 1960. Un famoso grupo alemán de tecno primigenio lo puso de manifiesto en unas memorables declaraciones en las que sostenían que lo que ellos manufacturaban era música étnica de la cuenca del Ruhr, o algo así; por una vez tenían razón, pues los habitantes de Renania del Norte-Westfalia tienen el mismo derecho que los brasileños o los costarricenses a poner música a su paisaje cotidiano como crean conveniente. De hecho, con el tiempo ha acabado apareciendo un tipo de sonido que ha sido adjetivado como industrial, utilizado con frecuencia para retratar la angustia provocada por la implacable asepsia de la sociedad del espectáculo; gracias a esto se ha conseguido por fin llenar el hueco que habían dejado los letristas de mambo y bossa nova al no introducir estos temas en sus canciones con demasiada frecuencia.

5. Por supuesto, si un grupo turco o peruano toca música rock, no será rock: será música "étnica", o música "étnica" con ciertas influencias del rock, o rock con ciertas influencias "étnicas", y el tratamiento mercadotécnico que reciban no será el mismo que si fuesen originarios de Amsterdam. Igual resulta que los músicos en cuestión aborrecen el folklore de su lugar de origen, algo que es habitual en ciertas condiciones de saturación y/o limitación de alternativas disponibles; ese detalle le interesará a muy poca gente. Curiosamente, nadie piensa que todo grupo procedente de Glasgow haya sido influido por los sonidos de la gaita escocesa aunque no lo quiera admitir; tras este tipo de detalles encontramos la mentalidad neocolonial (o colonial a secas) de quien considera "indígenas" a los nacidos en países que están por debajo del suyo en renta per cápita. Hay que estar siempre vigilantes; el fascismo se esconde por doquier...

5. La invención de la etiqueta "indie" y del "rock alternativo". Habla por sí misma la idea de unir bajo el mismo concepto a Nirvana y a Fangoria, o a Radiohead y los Beach Boys, o a Tortoise y el llamado tontipop (sí, hay quien dice que estas combinaciones de grupos y estilos tienen el mismo público). Algún eximio estratega de márketing decidió un día crear una tribu urbana que le sirviese para vender en pack dos por uno músicas por lo demás tan incompatibles entre sí como las serpientes de cascabel y las nieves perpetuas, y pensó que así el mundo sería más feliz. Y es cierto, el mundo es más feliz, en el sentido de Aldous Huxley. Y el que esto suscribe, ay, se pierde todos los días sublimes obras de arte, de ésas que llevan dentro las preguntas que uno no se ha hecho nunca, por haberle sido presentadas junto a naderías de pensamiento débil por carencia total del mismo, cometidas por niños de papá a quienes uno se imagina yendo en descapotable a la playa para allí susurrar lánguidamente durante horas; son esos ambientes donde el tonto no es tonto, sino que es naif.

6. Frank T, conocido participante en la escena hip-hop española, se refería al grupo Accidents Polipoètics, pioneros de la polipoesía (y tan pioneros, como que prácticamente la inventaron ellos; ampliaremos detalles de estos singulares conceptos en entradas posteriores), en los siguientes términos: "Son los mejores, mis ídolos, creo que algún día haré lo mismo que hacen ellos, es total; sus frases son dignas del mejor MC, por eso utilicé y seguiré utilizando frases de ellos (con su permiso claro).". Es dudoso que buena parte del público de dicha escena se adhiera a estas palabras, pues los Accidents Polipoètics son señores de mediana edad que salen al escenario vestidos de señores de mediana edad, con barba y gafas y atriles donde colocar sus letras, sin sudaderas ni capuchas ni referencias frecuentes al hecho de portar el micrófono en el preciso instante en que se actúa. En cambio, dos MCs cuyas formas de pensar y transmitir se parezcan como un huevo a una locomotora diésel serán clasificados bajo el mismo epígrafe por el solo hecho de llamarse a sí mismos MCs.

7. En Estados Unidos, el heavy metal parece nacer del country; no faltan las banderas sureñas, la pertenencia a la Asociación Nacional del Rifle y una adhesión a ideas políticas derechistas que allí son típicas de áreas rurales debido al uso de unas definiciones de progresismo y conservadurismo bastante diferentes a las habitualmente manejadas por estos pagos (en EE UU, la oposición izquierda/derecha parece tener más que ver con la tolerancia, la libertad de costumbres y el laicismo que con la justicia social y la redistribución de la riqueza, conceptos arrancados de la conciencia colectiva local mediante una eficaz amalgama de sutiles métodos de persuasión de masas y nada sutiles métodos de represión de minorías) . En Europa, en cambio, el heavy metal parece encontrarse en un punto medio entre la subcultura hippy y la gótica (más proletaria y menos colorista que la primera, más comunitaria y alegre que la segunda, hablando en términos muy generales y sin despreciar nada); en el lugar donde esto se escribe, este estilo musical ha vivido un desarrollo sociológico muy particular, al derivar del llamado "rock urbano", que en tiempos vehiculó el principal movimiento contracultural de España. Este "rock urbano" era sobre todo música de trabajadores, venida directamente de los barrios que en aquel entonces sufrían la aluminosis y el aceite de colza; aunque la política no estuviese entre sus principales focos de interés, llegada la hora de definirse no cabían dudas: "Me educo con El Papus, no con el ABC", decían los Leño en memorable frase lapidaria. Ahora léase otra vez lo que hemos escrito al principio de este párrafo sobre el heavy metal en Estados Unidos, y determínese si estamos hablando de la misma tribu urbana.

8. El rock progresivo, el dadaísmo, el situacionismo y el teatro del absurdo nunca han generado sus correspondientes tribus urbanas. El jazz probablemente sí, pero en la actualidad brilla por su inexistencia (o quizá no sea lo que se entiende en la actualidad por tribu urbana). En su momento, el krautrock pudo haber originado el nacimiento de alguna tribu urbana fuera de Alemania, pero no lo hizo; hubiera sido bastante estúpido, ya que no era más que una etiqueta que los periodistas musicales anglosajones plantificaron encima de todos los grupos de rock progresivo que llegaban de Alemania Occidental.

9. A todo esto, el palabro "krautrock" se traduce aproximadamente por "rock verdura"; en una iniciativa imbuida sin duda de una gran perspicacia y una total ausencia de prejuicios culturales, ciertos periodistas británicos acuñaron el vocablo a partir del concepto de "sauerkraut" (en español, chucrut), pensando quizá que así disuadían a los alemanes occidentales todos (en aquella época, más de 55 millones) de agarrar las guitarras y los bajos y ponerse a componer tonadillas rockeras. Afortunadamente no lo consiguieron, pero debemos estar advertidos de que luminarias como aquéllas son las mismas a las que luego les es encomendado definir y etiquetar las tribus urbanas.

9. Sin duda, las manifestaciones culturales procedentes de Japón han de despertar gran interés en otras sociedades pecuniariamente desarrolladas, pues su relativo aislamiento geográfico y cultural respecto a otros lugares de economía avanzada ha establecido las condiciones para una reinterpretación de la sociedad occidental muy llamativa para los europeos y estadounidenses, que con frecuencia creen haberse desplazado a otra galaxia cuando pisan ese país tan importante para el mundo del flamenco. Ahora bien, no sabemos si eso es suficiente para explicar el reciente nacimiento de una tribu urbana que se caracteriza por su pasión por todo lo japonés. Repetimos: por su pasión por todo lo japonés. No se rinde culto a algunos aspectos de la cultura japonesa, sino a la totalidad de los mismos, desde el cómic a la gastronomía, desde el calzado al transporte público; los mismos sucesos y hechos culturales son ignorados por esta tribu urbana si ocurren en otros países. Téngase en cuenta que estamos hablando de la fascinación por tierras niponas cuando se experimenta de manera acrítica y en un grado que excede la natural curiosidad derivada de la apertura mental a otras formas de ver la vida.

10. Anteriormente se ha constatado que Japón y Jamaica han generado subculturas fuera de sus fronteras; pero ¿por qué precisamente estos dos países? Suecia o Marruecos o la República Checa o Senegal o Noruega o Bosnia o Canadá o Mauritania o Bélgica o Tanzania, por ejemplo (y podía enumerar más países; existen por lo menos 200), no tienen ninguna posibilidad de generar una subcultura que llegue a llamar la atención de masas de jóvenes sin relación familiar con el país en cuestión. ¿Acaso son culturalmente más pobres que Japón y Jamaica? De ninguna de las maneras. Es sólo que las creaciones en esos lugares pergeñadas son más difíciles de vender en el mundo anglosajón.

Y podría seguir, pero creo que con esto ya es más que suficiente. Habrá quien crea que con los tres primeros puntos ya era más que suficiente, pero una de las razones de ser de este blog es la investigación y la reflexión sobre formas de cultura alternativas a la oficial; a veces la fundamentación puede ser prolija, lo que es grave cuando además es falsa, pero pienso que en todo caso es mejor ser exhaustivo que simplemente depositar las propias opiniones sin molestarse en justificarlas. Por si no ha quedado claro, mi postura sobre el asunto es que el concepto de tribu urbana corresponde más a una construcción social de la realidad que a un examen objetivo de los contextos subculturales; por ello he optado por intentar desnudar mediante contraejemplos las falsedades intrínsecas a tan manipulada noción. Es probable que el origen de todo esto hayamos de buscarlo en simplificaciones periodísticas de trazo grueso del tipo la-juventud-explicada-a-los-mayores-de-sesenta-años y su variante por-qué-usted-señora-debe-agarrar-su-bolso-bien-fuerte-
cuando-vea-un-punki-
por-la-calle-no-se-lo-vayan-a-robar-
por-el-procedimiento-del-tirón, por no hablar del siempre popular esos-jóvenes-que-cada-día-hablan-peor-
y-van-con-muy-malas-pintas-
y-se-reúnen-por-la-noche-en-unos-sitios-muy-raros. Sea como fuere, quedan planteadas estas dos preguntas: en primer lugar, ¿existen realmente las tribus urbanas? En segundo lugar, ¿viene bien que existan? Si es así, ¿a quién? Hala, reflexionen ustedes.

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viernes, 13 de julio de 2007

¿Y dónde dice usted que se encuentra la contracultura ésa que tanto se oye mentar últimamente?




Pues verá usted; localizar la cultura subterránea va a ser para usted una tarea sencilla como el manual de instrucciones de una patata cruda si previamente se ha esforzado en leer con detenimiento y asimilar como es de recibo los escritos hechos llegar hasta ahora a este blog (lo mismo resulta que lo que es de recibo es no asimilarlos de ninguna manera, pues a lo mejor no tienen ningún interés; nosotros, sin embargo, opinamos que algo de verdad sí que hay en ellos). Si por mor de nuestro estilo poco escueto se ha perdido usted entre tanta palabra de más de diez letras y tanta frase de más de diecinueve palabras, se lo recordamos de mil amores: la contracultura es como Dios para el creyente (monoteísta), porque ambos están en todas partes; para un ateo, en cambio, la contracultura está en todas partes y es lo contrario de Dios, que no está en ninguna.

(Por cierto; todo aquel espíritu curioso que quiera saber de dónde procede la imagen que ilustra este articulillo haría bien en pinchar en el enlace para leerlo entero e irse hasta abajo del todo si no quiere tragarse otro ejemplo de nuestra habitual logorrea).

Se podría objetar que muchos creyentes opinan que la con
tracultura no está en ninguna parte, pues nadie les ha informado de la existencia de tal cosa, y suerte que han tenido, pues más de uno puede proferir amenazas de muerte (y a lo mejor ya las ha proferido) en conociendo manifestaciones como las emitidas por creadores como Rafael Iglesias, de quien trataremos más por extenso en próximos escritos. Efectivamente, hay por ahí quien cerró su cerebro más o menos hacia 1959 y quedaría gravemente trastornado al salir a la calle hoy día y comprobar cómo los hombres no usan sombrero (será que son todos rojos) y las mujeres van como si fueran suecas (de 1959). Filtrando todo lo que exceda su capacidad de sorpresa es como sobreviven algunos; nadie les dijo que tarde o temprano toparían en su singladura vital con algo que en principio no entenderían. Tras golpearse la cabeza contra un muro, o altar, durante un instante que en todo caso se hizo eterno, la emprendieron a bastonazos con el mecanismo del reloj hasta que consiguieron que se parara, y ahí viven, en un mundo de su invención, sin querer saber de las técnicas que usan ahora los agitadores culturales para construir sueños sobre lo ya existente. Pero el solipsismo tiene las patas muy cortas...

...y la cultura subterránea se alimenta de una pulsión que casi todos hemos sentido alguna vez; en efecto, se nutre de la necesidad individual o colectiva de crear cultura, y prospera en lugares excluidos del cosmos debido a que cualquier estructura basada en la economía es incapaz por definición de absorber manifestaciones culturales que no puedan ser reducidas a la lógica de la venta de televisores con pantalla extraplana. Y es que la cultura no es deslocalizable; de ahí que en este momento iniciemos una sección dedicada a evocar algunos lugares concretos en que efectivamente emerge la cultura subterránea.

Aunque no es nuestra intención prescindir de la óptica descriptiva en acercándonos a estos puntos de encuentro, hay que tener en cuenta que en muchos casos no es de recibo una interpretación unívoca de los mismos, ya que con frecuencia cada cual disfruta de su propio sueño vinculado a este o aquel lugar de creación. No siempre sucede así, pero no será extraño que hablemos de espacios que existen no sólo en el mundo físico, sino también en la imaginación de quienes los conocen y frecuentan, multiplicándose en las ilusiones de sus moradores actuales y de los que están por llegar. Por eso decimos que nosotros no vamos a describir, sino a evocar; divagaremos sin ataduras y a lo mejor nos extraviamos entre los conceptos como siempre nos pasa, pero en ningún caso pontificaremos.

Llamaremos a esta sección LAS CASAS DE LA CONTRACULTURA, pues este nombre plantea antítesis que dan mucho potaje al pensamiento (food for thought, que se dice en inglés; ¿por qué en castellano no disfrutamos de estas expresiones? Bueno, tenemos el "No, si verás tú cómo..." tan citado por Forges en sus viñetas, frase hecha que no sólo anuncia la llegada de una molestia o incordio, sino que suele llevar a los traductores de español a golpearse la cabeza contra un muro. En fin...). Como es sabido, el concepto "casa de la cultura" fue institucionalizado por André Malraux mediante orden ministerial, seguramente trasladada por un motorista uniformado al palacio del Elíseo para que la firmara Charles de Gaulle, nada menos que el Francés Más Importante De Todos Los Tiempos según un espacio televisivo emitido recientemente (a veces, las chorradas con que alguna gente pierde el tiempo y el dinero le dejan a uno estupefacto. Qué incomprensible ansia de crear competiciones, ránkings y jerarquías donde no las ha de haber. Ya puestos, ¿por qué no buscamos la Hortaliza Más Importante De Todos Los Tiempos? Yo propongo el calabacín). Volviendo a la historia que nos ocupa, íbamos diciendo que el Más Excelso Prócer Que En Francia Vieron Los Siglos firmó entonces un decreto dando carta de naturaleza a las Casas de la Cultura, todo ello acompañado del pertinente desarrollo legislativo y la dotación presupuestaria que marcaba la ley; por supuesto, las Casas de la Cultura no iban a brotar donde Dios les diera a entender, sino que habían de distribuirse con arreglo a la estructura administrativa del Estado francés de entonces.

Partiendo del relato anterior y viajando a la cara oculta de la Luna encontramos la cultura subterránea, que es la que no pide permiso al Francés Más Importante De Todos Los Tiempos para existir, sino que prefiere buscar la Hortaliza Más Importante de Todos Los Tiempos, o el Tetrabrik Usado Más Importante de Todos Los Tiempos, o simplemente tocar un solo de clarinete como lo hacía el prematuramente difunto Eric Dolphy , gigante del free jazz, más o menos por la época en que se iban erigiendo los imponentes edificios destinados a albergar esas míticas Casas de la Cultura que sólo un Estado con mayúsculas como el presidido por De Gaulle podía permitirse.

Vamos entonces a comenzar por lo más evidente. Por ahí cerca de tu casa se oye música, y no es enlatada, ni se trata de una banda de Semana Santa. A lo mejor en el piso de abajo alguien anda escribiendo textos no encargados previamente..Puede que no tenga ninguna relación con nada de lo escrito hasta ahora por nadie... Cerca de tu domicilio se sigue oyendo música, y en principio puedes pensar que te molesta, pero notas que te empieza a hacer gracia a medida que tu casa va dejando de ser para ti un castillo... Lo próximo es la zona norte del Casco Antiguo.

(Lo prometido es deuda: la imagen mostrada, para nosotros impactante aunque ya estamos en cierto modo curtidos, corresponde a la obra "La web es inodora", realizada mediante la innovadora técnica que renunciando por una vez a andarnos con rodeos bautizaremos como ESCANEADO DE ZAPATO y presentada al Concurso de Escaneados de artesonado.com por alguien que se hace llamar Gordon von Wirma, que asimismo sometió al jurado del insólito certamen la obra "Pokemon en bloque de hielo", materializada por supuesto gracias a la misma técnica. Ninguna de las dos fue distinguida por el jurado, pero es que otro individuo que quiere que lo conozcan en Internet por el nombre de Xabie se escaneó su propia lengua y sólo obtuvo el segundo premio. En todo caso, nuestra modesta opinión es que iniciativas como ésta son las que dotan al arte contemporáneo de la vitalidad que necesita y le suministran las herramientas necesarias para moverse de acuerdo con las siempre dinámicas coordenadas de un universo de redes cambiantes en lo cultural y en lo sociopolítico, tan cambiantes que un día alguien se dará cuenta por fin de que la "mierda de artista" de Piero Manzoni es en primer lugar mierda, en segundo lugar es de Piero Manzoni y en tercer Y ÚLTIMO lugar es "de artista". Por cierto, prometo que la Mierda de Artista (Merda d' Artista) del malhadado Manzoni será analizada con más detalle en próximos artículos, pues es en verdad una gran obra).



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lunes, 25 de junio de 2007

Teoría crítica. Epílogo: ¿cambiaría usted la barricada por un teléfono con centralita (no de mercadillo) si le ofreciéramos pagarlo en cómodos plazos?


Corría 1967. Ya no hay calendarios que se cuelguen en las paredes, excepto los de los restaurantes chinos y algunos con fotos de perros, gatos, casas de madera o cuadros prerrafaelitas que regalamos a las tías abuelas cuando el estrés impide pensar en obsequios mejores. Hace cuarenta años, sin embargo, el tiempo pasaba con la cadencia de plomo dictada por las ásperas hojas de los almanaques que pendían de un clavo en centros de trabajo, casas e internados. El paterfamilias se sentaba en su sillón favorito y abría el diario de la tarde; era un paterfamilias mal informado. Su periódico decía que el infierno eran los otros. Si pasaba algo en Australia, no nos enterábamos. Nadie sabía idiomas. Se sustituían los tranvías por autobuses, las líneas ferroviarias por autopistas, los parques naturales por centrales atómicas, las reservas de la biosfera por campos petrolíferos. ¿Cómo pudo construirse algo semejante a las periferias de nuestras ciudades? Preguntad a quienes vivían en esa época. El concepto de desarrollo sostenible se atribuía a Paco Martínez Soria, pero tampoco él creía en ello, pues le gustaba hacer turismo.

El aburrimiento parecía reinar entonces aunque muchos creyeran que a fecha de 2007 habríamos establecido colonias en Marte; las generaciones mayores de los países más avanzados no tenían nada que objetar a la recién estrenada sociedad de consumo y se refocilaban en la posesión de vehículos de tamaño bastante mayor que los Seat 600 que en aquel entonces yacían con el motor recalentado en las cunetas de los caminos de cabras españoles. Si bien los jóvenes de entonces (hoy día mayores de 55 años) no querían volver a los años de roerse un codo en plena posguerra, lo cierto es que no acababan de estar muy de acuerdo con la organización social de la época: el progreso material de la clase obrera no parecía ir acompañado de avances en lo que se refiere a la libertad de costumbres. Los padres, abuelos y bisabuelos, hombres todos ellos, seguían rigiendo la sociedad según pautas de fuerte influencia castrense y clerical, a veces anteriores a 1910, a veces anteriores al siglo XIII. En 1954, Alan Turing, uno de los padres de la computación moderna, se suicidó debido a las secuelas que le produjo el tratamiento médico que un tribunal le forzó a seguir con objeto de "curar" su homosexualidad; esto ocurría en el Reino Unido, a veces considerado como la democracia más antigua del mundo. En 1968, las leyes francesas no permitían a una mujer casada abrir una cuenta corriente sin autorización de su marido. En ésas se estaba entonces.


Theodor W. Adorno, de 64 años de edad en aquel tiempo, daba clases en la Universidad de Frankfurt; casi todos sus compatriotas habían tenido algo que ver con el nazismo, pues muy pocos pudieron exiliarse como hizo él, y muchos no quisieron. Como es lógico, existía allí una brecha generacional bastante profunda entre quienes fueron educados según los principios de propaganda de Joseph Goebbels y quienes tuvieron la suerte de nacer después. Además, la escarcha de la Guerra Fría podía sentirse por doquier, y no había donde esconderse. Fue así que cuando se aprobaron allí unas leyes llamadas de Emergencia (conocidas en alemán por el terminante vocablo de Notstandgesetze), relacionadas con el estado de excepción, el de sitio y esas cosas que recuerdan tanto a Pinochet, salió a la luz la llamada "oposición extraparlamentaria", protagonizada sobre todo por jóvenes, para cuestionar el consenso general en la materia, protagonizado sobre todo por viejos. Habiendo sido un conspicuo intelectual contestatario, autor de una teoría estética antagonista que marcaría época, Adorno no pudo sino situarse del lado de los jóvenes "extraparlamentarios". Sin embargo...

"Your child was killed in the park today, shot by the cops as she quietly laid". Tu hija fue asesinada ayer en el parque, ejecutada por la policía mientras estaba sentada tranquilamente (Frank Zappa, por supuesto, quién iba a ser). No era tan raro entonces, en aquellos tiempos de tensión, tensión, tensión... En aquel mismo año de 1967, un tal Benno Ohnesorg (cuyo apellido, curiosamente, se traduce por "sin preocupaciones") fue ejecutado por la policía alemana con motivo de una manifestación contra el Sha de Persia, entonces poderoso aliado de los Estados Unidos. Ohnesorg tenía 26 años, y no llegó a conocer Internet ni vio al hombre llegar a la Luna ni fue testigo de la decadencia de las máquinas de escribir. Quizá tenía parientes al otro lado del muro de Berlín, que se levantaba firme y recio cuando sus ojos dejaron de procesar imágenes. Quizá... Lo cierto es que a partir de su muerte llovieron los cócteles molotov, y se empezó a poner de moda hacer la revolución; de pronto ya nada era aburrido, y sin embargo Adorno, que había dedicado su vida a la revolución de verdad, a la de las mentes, a la que el paso del tiempo no puede barrer, creyó tener derecho a preguntarse si toda aquella diversión servía para algo.

No le concedieron ese derecho. Como hemos dicho, Adorno tenía 64 años y no estaba ya en una condición física que le permitiese liarse a mandobles con policías cuatro décadas más jóvenes que él, armados además con la clásica aparatología coercitiva de un Estado-nación contemporáneo. Dio igual; no hubo compasión. Era el tiempo de la rabia contra el sistema; entonces, una pedrada era revolucionaria, y escribir un libro, por muy contestatario que éste fuera, era reaccionario si además no se tiraban piedras. No era sólo cuestión de masas enardecidas; es que por si fuera poco se ligaba más. Al parecer, el Che Guevara no poseía en la vida real el semblante de guerrillero con el que pasó a la historia, pero el póster es el que es, y lo recordamos como lo recordamos (por cierto, también murió en 1967). Theodor W. Adorno había escrito mucho, y de pronto no pintaba nada, y no podía disfrazarse de valeroso luchador, y no tenía éxito con las chavalas de veinticuatro años, y le tildaban de reaccionario; navegando de modo incierto entre la perplejidad y la consternación debía hallarse aquel hombre mayor en viendo cómo una moda le pretendía robar los ideales. La recién estrenada sociedad de consumo, sin duda. La diversión.

Después de que sus clases fueran con frecuencia interrumpidas por alborotadores irredentos que le acusaban de conservador sin que él hubiera cambiado un ápice sus ideas, por las que apenas cinco años antes los conservadores le acusaban de alborotador irredento, Adorno, confundido, decidió pasar a la acción, pero no como les hubiera gustado a sus críticos (algunos querían que tirase cócteles molotov con ellos, mientras los que aplaudieron el suicidio de Turing quizá le querían ver también suicidado). Ni corto ni perezoso, se fue a Suiza, país muy popular en Alemania por sus altas cumbres y su inquietante nivel de riqueza y civismo; allí, en aquel paraíso burgués, decidió echarse al monte y trepar a una cima de 3.000 metros de altitud, lo que acabó produciéndole un ataque al corazón, del cual pasó a otra vida o a ninguna, pero lo cierto es que no se quedó aquí teniendo que lidiar con los que mataron a Turing y los que estaban de moda.

Los alumnos de Theodor W., aquellos que arrojaban tantas piedras y le acusaban de cobarde, vendido y carente de testosterona (poco revolucionario es este vilipendio, pero eso era lo que le echaban en cara), acabaron de muchas maneras, pero uno de ellos fue ministro de Asuntos Exteriores de Alemania durante siete años, participando en múltiples reuniones de jefes de Estado y de Gobierno. Estuvo en la cumbre del G8 en Génova, en el interior del castillo amurallado. Estuvo en la cumbre de la Unión Europea de Sevilla en 2002, en el interior del castillo amurallado. Tenía 19 años en 1967. Cuando aquellas cumbres, debía de andar por los 54. "Quien a los veinte años no es de izquierdas, es que no tiene corazón; quien a los cuarenta años sigue siéndolo, es que no tiene..." En la extrema derecha neonazi fue donde acabaron otros de los más furibundos y fogosos líderes de la revuelta estudiantil de entonces, ésa que según Adorno no tenía cerebro, a lo que sus promotores respondían que ni falta que le hacía. La revolución no acaba devorando a sus hijos, pero las modas sí acaban devorándose a sí mismas.

Yo no viví todas estas historias. No soy de Frankfurt, y nací algo después, aunque al ministro ése sí lo he visto por televisión, algo desmejorado por el traje azul, como todos los ministros. Aunque no conozco de primera mano los hechos, espero haber aprendido algo.

Ahora, a otra cosa. A seguir adelante.

(La imagen que ilustra este pequeño texto parece querer dar la impresión de que lo que dejamos atrás tampoco merece tanto la pena como algunos piensan. Es hermoso que el transcurrir de los minutos vaya dejando aquí y allá sus huellas y sus enseñanzas, y sí, conmueve pensar cómo los fallecidos que trabajaron por un mundo mejor nos han legado sus ilusiones para que nosotros las intentemos materializar. Pero la naturaleza, que es un concepto abstracto hallado por el ser humano y como tal no puede pensar, parece sin embargo haber sido sabia en algunas cosas, pues el tiempo va en una sola dirección, y se diría que es mejor así, aunque a todos nos hubiera gustado detenerlo en algún momento, y los hay que incluso luchan por torcer su rumbo y que demos con nuestros huesos en un pasado que de todas formas jamás existió).

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domingo, 24 de junio de 2007

Teoría crítica, parte 3: ¿qué os sugieren las siguientes frases lapidarias?

A continuación abandonaremos la fraseología compleja y serpenteante de anteriores artículos, desplazándonos a la sintaxis cortante y abrupta de algunas frases lapidarias contenidas en el volumen titulado "Teoría Estética", obra de Theodor W. Adorno. Por ejemplo:

«La injusticia que comete todo arte placentero y en especial el de puro entretenimiento va contra los muertos, contra el dolor acumulado y sin palabra.»

-
«Tiene que apropiarse lo feo para denunciar en ello a un mundo que lo creó y lo reproduce a su propia imagen, aunque sigue fomentando la posibilidad de lo afirmativo como complicidad con el envilecimiento, fácilmente cambiada en simpatía por lo envilecido.»


-
«Nada debe ser aceptado sin reparos sólo porque exista y porque alguna vez haya tenido algún valor, pero nada tampoco carece de él porque haya pasado: el tiempo solo no es criterio ninguno.»

-«Y si a pesar de todo el arte no se hace consumible, la actitud para con él tiene que apoyarse en la actitud respecto a los bienes de consumo. Esta aproximación de actitudes se ha hecho fácil porque, en nuestra época de superproducción, el mismo valor de uso de los bienes es cuestionable y cede ante el goce secundario del prestigio, del goce de estar al día, en definitiva del goce de la mercancía; mera parodia del resplandor estético.»

- «El arte es la antítesis social de la sociedad y no se puede deducir inmediatamente de ella.»

-
«Ha llegado a ser evidente que nada referente al arte es evidente: ni en él mismo, ni en su relación con la totalidad, ni siquiera en su derecho a la existencia. El arte todo se ha hecho posible, se ha franqueado la puerta a la infinitud y la reflexión tiene que enfrentarse con ello.»

-
«Sentimiento y razón no son absolutamente diferentes en el hombre y en su misma separación siguen siendo mutuamente dependientes.»

-«Cualquier obra de arte, para ser plenamente experimentada, necesita del pensamiento y por tanto de la filosofía, que no es otra cosa que el pensamiento al que no pueden ponérsele frenos.»

- «Las obras de arte representan la contradicción en su totalidad, el antagonismo en su conjunto.»


Pues eso. A partir de aquí, viajad a donde queráis llegar.

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Teoría crítica, parte 2: ¿seremos capaces de resumir lo publicado a pesar de nuestra legendaria falta de capacidad de síntesis?

El 22 de junio de 2007 finalizó el periodo lectivo del curso a partir del cual se creó este blog; sin embargo, para nosotros nada ha terminado, y menos el entusiasmo, por lo que seguiremos abiertos este verano para lo que gustéis leer. Mientras en Matalascañas se discute sobre si este año la canción del verano vendrá de Tarragona, de Castellón o de Recklinghausen (con toda probabilidad vendrá de Miami otro año más; permanezcan en sus refugios) , aquí seguimos a vueltas con la teoría estética de Adorno y Horkheimer, que casualmente explica muy bien el hecho contracultural. He actualizado la entrada del 7 de junio de 2007 donde se empieza a tratar el asunto; extensa ya era, y ahora lo es más. Para no fatigar a quien tenga poco tiempo y a quien disponiendo de más tiempo tenga también mejores cosas que hacer, adjunto las conclusiones:



5. En lugar de criticar por criticar como los perros del hortelano, los nostálgicos y las moscas cojoneras, Adorno y Horkheimer proponían alternativas. Efectivamente, se manifestaban alérgicos al entretenimiento disfrazado de cultura (no sé si es del todo correcta la palabra entretenimiento; no sé si significa lo mismo que "entertainment", que es el vocablo hollywoodiense que permite evocar el concepto en todo su horror). Aguantando a pie firme la marejada de abucheos y acusaciones de elitismo a que se expone cualquiera que reivindique estas cosas, Adorno y Horkheimer clamaban por un arte áspero, rupturista, aniquilador de moldes y prejuicios, de interpretación libre, que requiriese de un "trabajo" por parte del espectador en lugar de dejárselo todo mascado como papilla para lactantes, que no por casualidad presenta una textura en cierto modo repulsiva para los adultos ya formados. Entonces, el adulto artístico ha de cocinarse su propio alimento cultural a partir de este arte entendido al mismo tiempo como oposición y como enigma.

6. Muy lejos de las aulas universitarias, con frecuencia en horario nocturno, nació en un momento indeterminado (quizá en varios momentos no conectados entre sí) lo que hoy llamamos contracultura. La mayor parte de las veces se trataba de arte
áspero, rupturista, aniquilador de moldes y prejuicios, de interpretación libre, que requería de un "trabajo" por parte del espectador en lugar de dejárselo todo mascado como papilla para lactantes, que no por casualidad presenta una textura en cierto modo repulsiva para los adultos ya formados. No hubo partida de nacimiento. Ningún profesor levantó acta. En aquellos lugares se prefería la acción.

(Quien considere que estos textos son complejos, que pruebe a leer los volúmenes firmados en su momento por Adorno y Horkheimer, de donde parten todas estas reflexiones y zarandajas. Sin embargo, las palabras de la Teoría Crítica son palabras necesarias, más que los insultos, más que los documentos que se firman ante cientos de fotógrafos, más que aquello que aborreces y que sin embargo acapara en tu vida un espacio mayor que el que ocupan tus anhelos).

(Por otra parte, la mirada y el flequillo con que orgullosamente ilustramos este pequeño comentario no están aquí de más en absoluto, pues fueron propiedad de Samuel Beckett, dramaturgo favorito de Theodor W. Adorno y quizá el único premio Nobel capaz de negarse a aparecer por la ceremonia de entrega y por la misma época escribir obras de 35 segundos de duración; otro día hablaremos de Dario Fo, el único premio Nobel capaz de escribir obras con la palabra "anarquista" en el título y que no se cisquen en éstos. Dicen que a lo mejor Fernando Arrabal recibe algún día el premio Nobel, y entonces será el único premio Nobel que haya acudido a actos de la CNT en la localidad de Pedrera, provincia de Sevilla, de 5.136 habitantes y no precisamente cercana a ningún centro de poder ni polo de creación de riqueza donde aten los perros con longanizas. Opiniones diversas podrá haber sobre estos comportamientos, pero no se puede negar que hay autores que escriben y firman contratos, y otros que escriben, firman contratos e innovan en la forma y en el fondo. Algunos, como Kafka, escribieron e innovaron en la forma y en el fondo, pero no firmaron contratos. Quién sabe si hoy serían reconocidos).

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viernes, 15 de junio de 2007

Kontrapublicidad


La contrapublicidad, también conocida como subvertising, es decir, subversión más advertising, está adquiriendo cada vez más importancia entre los seguidores de los movimientos antisistema. Se trata de un modo alternativo de hacer patente los problemas sociales y de criticar el consumismo y el apoyo a éste por los medios de comunicación.

Este nuevo método "contrapublicitario" consiste en manipular elementos visuales o textuales basados en anuncios ya existentes de grandes marcas. Hay tres tipos de contrapublicidad: por un lado está la artística, que simplemente ejemplifica de manera curiosa el spot; por otro está la contracultural, que denuncia un tipo de sociedad de consumo o producto; y una tercera, que es la que persigue un fin concreto.

Para ello desarrolla una campaña creada específicamente para promocionar un determinado mensaje social.


En muchos casos la contrapublicidad favorece al producto debido al impacto o genialidad de la obra contracultural obteniendo el efecto contrario al deseado, es decir que fomenta la promoción en vez de dañarla
La organización anticonsumo más conocida internacionalmente, y también una de las pioneras, es La Adbusters Media Fundation, nacida en 1989 en Canadá, (hace campañas como el día sin compras, etc.) de corte profundamente anti consumista pero actualmente se ha convertido en una verdadera multinacional de la contrapublicidad.


Otros grupos pioneros en contrapublidad a nivel internacional son: Billboard Liberation Front Y Resistance à l’Agression Publicitaire.



En España el grupo contrapublicidad más importante es Consume hasta morir, perteneciente a la comisión de consumo de la organización no gubernamental Ecologistas en Acción, realiza una actividad semejante a la de The Media Foundation, difundiendo el mensaje de consumo responsable a través de convocatorias, concursos, talleres, etc. Esta organización junto con Observatori de Resistències i Subcultures y un grupo de diseñadores gráficos, activistas y periodistas, han creado el ‘I Certamen Malababa de Contrapublicidad
En la creación de Malababa han colaborado también colectivos como Sabotaje Contra el Capital Pasándoselo Pipa, Adbusters, Résistance a l’Agression Publicitaire e instituciones como el CCCB en Barcelona.


Otro grupo anticonsumo importante, y que se lo toma con mucho humor son YOMANGO [de Mango, popularísima firma comercial española de ropa, y el aún más popular acto de “mangar”] es una marca cuyo objetivo principal, como el de todas las marcas importantes, no es tanto la venta de cosas, sino la “adquisición” masiva de un estilo de vida. En concreto, YOMANGO es una forma de desobediencia social y de acción directa contra las empresas multinacionales.
A diario consumimos publicidad aunque nos queramos oponer a ello. Ocupa los espacios públicos que han sido privatizados para intervenir en nuestra forma de consumo, y los medios de comunicación que son claramente unidireccionales ya que no ofrece la posibilidad de contestar contra publicitariamente.


LOKALES:





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martes, 12 de junio de 2007

CONTRACULTURA DIGITAL


Vánitas del Orden Mundial. Jose L. Tirado. Sevilla

Gobiernos del Mundo Industrial, vosotros, cansados gigantes de carne y
acero, vengo del Ciberespacio, el nuevo hogar de la Mente. En nombre del futuro,
os pido en el pasado que nos dejéis en paz. No sois bienvenidos entre nosotros.
No ejercéis ninguna soberanía sobre el lugar donde nos reunimos.

Los
gobiernos derivan sus justos poderes del consentimiento de los que son
gobernados. No habéis pedido ni recibo el nuestro. No os hemos invitado.
No nos conocéis, ni conocéis nuestro mundo. El Ciberespacio no se halla dentro
de vuestras fronteras. No penséis que podéis construirlo, como si fuera un
proyecto público de construcción. No podéis. Es un acto natural que crece de
nuestras acciones colectivas.
Estamos creando un mundo en el que todos pueden
entrar, sin privilegios o prejuicios debidos a la raza, el poder económico, la
fuerza militar, o el lugar de nacimiento. “Creamos una civilización de la Mente
en el Ciberespacio”. Que sea más humana y hermosa que el mundo que vuestros
gobiernos han creado antes.


El contenido de este documento, abanderado por toda una serie de comunidades virtuales, hackers, crackers, net-artist y ciberpunks, apareció el mismo día que el gobierno de los Estados Unidos aprobó la Ley de Decencia de las Comunicaciones (CDA) a fin de iniciar la regulación de la información cursada por internet. En la ciudad de Davos (Suiza), John Perry Barlow, uno de los más reconocidos activistas a favor del movimiento underground por internet, socializó por la red la ya legendaria “Declaración de Independencia del Ciberespacio”.
A partir de este momento nació un nuevo fenómeno en el campo de la comunicación digital por redes: la aparición en internet de un movimiento comunitario de usuarios, de corte contracultural, en relación a los intentos estatales y empresariales por regular los contenidos de la red. Dos visiones opuestas en relación al proceso de “apropiación tecnológica” y al mismo tiempo una propuesta de regreso a los ideales comunitarios y existencialistas de la contracultura de los 60 pero esta vez en un espacio virtual.
Aquella contracultura de los 60, ingenuamente creyente en el retorno a la naturaleza y mayoritariamente desconfiada de la tecnología, ahora ha renacido bajo la forma de un nuevo movimiento contracultural que se desarrolla y tiene como eje de acción a la tecnología del ordenador.
Este terreno de confluencia y propuestas alternativas se ha reducido a un espacio virtual en el que se busca crear el “ágora electrónico” profetizado por McLuhan: “un lugar virtual en el que todos podrían expresar sus opiniones sin temor a la censura y defenderlo de los intereses de las multinacionales de la electrónica, la publicidad y los gobiernos nacionales.
En este nuevo movimiento se transforman los valores colectivos de la generación de los 60 en otros de corte nihilista, de la generación de internet.
Aquel primer movimiento underground desencadenado por lo Beatniks (o generación beat); ahora ha sido recuperado a partir del campo de la generación bit: el compromiso social en las calles se gesta ahora a nivel personal en el Ciberespacio.
Bajo esta perspectiva, el documento Declaración de Independencia del Ciberespacio resume claramente los valores que pretenden defender los miembros de la contracultura del ciberespacio:
La Red debe estar al alcance de todos, debe ser inclusiva, todos tienen derecho a la libre expresión, los usuarios son los administradores pero no los propietarios, debe reflejarse la diversidad humana y no homogeneizarla.
Con objeto de salvaguardar estos principios, han surgido una serie de subculturas digitales que únicamente existen y se manifiestan en internet velando por los intereses “ciber-libertarios”, “ciber-comunitarios” y ciber-culturales” de la red.


INFLUENCIA CIBERPUNK
Este vocablo fue creado por el novelista John Brunner, refiriéndose a un grupo de hombres-maquina (cyborgs) que luchan contra el orden informático establecido. A partir de entonces el término sirvió para definir la conducta de de aquellos individuos post anarquistas que al mismo tiempo se declararon gustosos de los mundos cyborg civilizados.
Los ciberpunk tienen la convicción de que el hombre puede unirse a la máquina para crear un individuo nuevo. Los más radicales pretenden emular a Case, el vaquero electrónico de la novela El Neuromante, y sueña con implantarse electrodos en el cerebro.
Dentro del ciberespacio la actividad de los ciberpunk se traduce en la creación de sistemas de criptografía (técnicas y algoritmos para cifrar la información) y esteganografía (técnicas que permiten ocultar información dentro de otra, logrando así que informaciones confidenciales pasen desapercibidas). Con la intención de expandir su postura, la comunidad ciberpunk ha creado direcciones electrónicas en las que cualquier usuario puede tomar clases avanzadas de criptografía, para estimular a la gente a adoptar dicha técnica para crear “sistemas de transacciones anónimas” de la información.

SUBCULTURAS DE LA RED
Al lado de los ciberpunk se encuentran los grupos contraculturales de expertos en informática, mismos que se subdividen así mismos en Hackers, Crackers y Phrackers.
Los Hackers son expertos en informática que pueden entrar en prácticamente cualquier lugar público o privado de la red, (NASA, Casa Blanca o el Kremlin) para obtener información secreta, dejar mensajes y sugerir fallas en los sistemas de seguridad que violan. Su poder y hazaña quedan de manifiesto a través del Cult Of The Dead Cow (Secta de la Vaca muerta) y los miembros alemanes de Chaos Computer Club (El Club del Caos Computarizado) las dos comunidades Hacker más importantes de E.U. y Europa, respectivamente, quienes comparten su adhesión por: La filosofía anarco-mediática de Robert Anton Wilson y su trilogía Iluminatus, acerca de explotar de forma interna los medios de comunicación, consiguiendo eliminar el delgado límite entre verdad y mentira.
Los hacker, dicen poseer un plan para desestabilizar la infraestructura de comunicaciones de los E.U. en un día clave.

Los Crackers son expertos en la eliminación de las diversas protecciones de un software que impiden su copia, o de las protecciones de un programa shareware (programa por el cual se tiene que pagar un precio simbólico para su utilización) que impiden su uso pasada una determinada fecha.
Durante los 90 los crackers armaron programas para romper candados de seguridad de las aplicaciones más caras de multimedia, QuarkXPress, Photoshop e Ilustrator, y los socializaron en la Red haciendo perder a los fabricantes de software impuestos no pagados de mil millones de dólares al año.


Los Phrackers se dedican a ingresar en los servicios públicos y anular las cuentas financieras que tienen pendientes. A diferencia de los Hackers y Crackers, esta subcultura manifiesta sus intenciones claramente individualistas de no poner sus conocimientos informáticos al servicio de las deudas de los demás.


Los Net-Artist les gusta crear net –art (arte en internet), el cual se caracteriza por no ser la reproducción digital de obras ya conocidas, sino un apoyo en programas como photoshop, Corel Draw o 3D studio, Autocad, (adquiridos a través de programas crackers) para completar o crear íntegramente obras artísticas digitalizadas.
El art-net busca como ideal primordial reorientar el concepto occidental del yo, cargado de individualismo; al yo oriental que es comunitario. Desprendiéndose de este orden de ideas, para ellos el ciberespacio es un ente con vida propia, cargado de sensibilidad.

En esta línea de hacer arte, el concepto clave es el del sensorio: Internet como un espacio sensitivo común en el que se transmite, recibe y traduce la información. A partir de tales premisas, la ambición de los net-artist es la de crear un gran mundo virtual alternativo que ofrezca la posibilidad de naturalizar a todos aquellos cibernautas que se encuentran incómodos con el mundo real.

La era del ciberespacio se ha transformado en una de corte virtual e ilimitado a través de los MUD (Dimensión Multi Usuario) y los MOO (Mud orientado hacia el objeto)
Cualquier comunidad de individuos que tienen como internet su lugar de reunión, discusión, cambio de puntos de vista, etc. Las cibercomunidades pueden encontrarse en espacios virtuales como MOOS y MUDS o páginas web que remeden un territorio o comunidad, o pueden simplemente construir una comunidad por tener como medio de comunicación principal el correo electrónico y/o el chat.

De igual forma los grupo pro-derechos civiles de los 60 como Black Panther, Simbiotic Liberation o los Merry Pranksters han renacido en activistas virtuales que inundan la red con propaganda a favor de la ecología, los derechos humanos y la democracia. Los activistas virtuales se basan en el arte de la ciber-guerra de baja escala (info-war) para neutralizar el poder de las bases de datos del enemigo por medio de virus informáticos enviados por la red.


Hablan además de protegerse contra la Bomb EMP (Bomba de Impulsos Electromagnéticos) “capaz de romper todos los circuitos de los ordenadores por medio de la propagación de microondas o de radiación ionizante” que ya proyectan Japón y los E.U: para defender sus intereses.

CONTRADICCIONES A DESTACAR
Fuera del terreno y discurso contracultural de los habitantes del ciberespacio, es evidente que existen contradicciones que vale la pena destacar, una de ellas radica en la ingenua universalidad de sus principios: los valores ciber-libertarios, ciber-comunitarios y ciber culturales han propiciado que exista un hilo delgado entre las acciones comprometidas y las vandálicas, dando lugar a la llegada de mafias organizadas, que moran en el ciber-espacio para desvirtuar la utopía contracultural.
Una parte de la ética hacker ha renunciado a la contracultura para ingresar en el mundo de la ciber-empresa, vuelta de moneda que queda simbolizada en la creación de organizaciones lucrativas como Blacknet (el mercado negro de internet).
Bajo la misma lógica, algunos net-artist han desdibujado la imagen alternativa del net-art al recurrir a formulas altamente cuestionables para captar la atención de los usuarios. El Prank-art (arte bromista), por medio de una página de contenido pornográfico o un juego multimedia, “enganchan” a un navegante de la web en un espacio de obras post-art del cual no se puede salir hasta que no se termine de ver toda la exhibición.
Para el mundo de net-art la estrategia no sólo es válida, constituye una nueva especie de ciber-happening que enriquece las manifestaciones digitales. Empero, la condición de secuestrar y obligar a un cibernauta a presenciar un contenido que no desea ver revela más connotaciones de autoritarismo que de arte comunitario.

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jueves, 7 de junio de 2007

¿Y cómo explicar la Teoría Crítica de la Escuela de Frankfurt en menos de 180 páginas sin aburrir a las ovejas ni citar a Hegel ni una sola vez?

Como no sabíamos por dónde empezar, lo hemos hecho por el final, es decir, por la teoría:



¿Y cómo explicar la Teoría Crítica de la Escuela de Frankfurt en menos de 180 páginas sin aburrir a las ovejas ni citar a Hegel ni una sola vez?

Tal vez no lo consiga (probablemente no lo consiga), pero en fin, vamos a intentarlo...

Naturalmente que la cultura subterránea existía mucho antes de que ningún profesor alemán empezara a escribir sobre ella, mas es conocido que quienes generan cultura en la oscuridad están demasiado ocupados con las tareas típicas de quien genera cultura en la oscuridad, entre las cuales podemos citar:

1. Abrir nuevos caminos en el más amplio sentido de la expresión.

2. Situar a la estructura social cara a cara con las víctimas de sus crímenes e incongruencias.

3. Atacar lo inatacable, discutir lo indiscutible, desacralizar lo sagrado, desolemnizar lo solemne.

4. Desafiar las capacidades propias y ajenas para la sorpresa.

5. No obedecer ninguna de las reglas anteriores si deja de estar justificado o apetece más decir otras cosas.

6. Pensar dónde irán cuando les venza el contrato de alquiler y el casero quiera meter en el piso a un sobrino suyo que se acaba de casar y hace dos meses entró a trabajar de administrativo en el servicio técnico de un conocido fabricante de lavadoras y fregaplatos.

7. Ganarse la vida; ya te dijo tu tío el de Valencia que no esperaras vivir del arte si te seguías negando a entonar el "Moderno pero español" de Manolo Escobar ("Señores, yo soy un hombre del siglo XX pero español...") en las fiestas de verano de alguna población serrana cuyos habitantes trabajan todos en Madrid y vuelven en julio, agosto y septiembre.



En esas circunstancias, y dado que los profesores alemanes cobran desde hace tiempo sustanciosos sueldos por encapsular el mundo en conceptos (en otras latitudes también los cobran, pero no se les hace tanto caso, pues el "Que inventen ellos" ha hecho mucho daño en según qué sitios), varios de estos eruditos eligieron crear una teoría de la contracultura antes que ponerse a tocar en una banda de rock and roll. Los pensadores de la Escuela de Frankfurt, que así se les dio en llamar, no albergaban en principio la intención explícita de desarrollar una teoría de la contracultura; en aquel entonces andaban consternados ante las lúgubres conclusiones sobre la naturaleza humana a que podía dar lugar el estudio del ascenso y caída del nazismo (la clase media ávida de poder también produce monstruos, y vaya monstruos que produce). Como marxistas que eran, les quitaba el sueño asimismo la desnaturalización de la ideología que profesaban por parte de burócratas y dogmáticos varios que la usaban como pretexto para cimentar una estructura de poder autoritario capaz de producir bombas atómicas y liderar la clasificación de países según el número de fusiles ametralladores fabricados. En su opinión, el socialismo era una idea demasiado noble como para acabar obligando a deportistas a atiborrarse de fármacos para ganar competiciones internacionales y que las banderas ondeasen al viento.

Por tanto, el antifascismo y el marxismo antiautoritario fueron las dos corrientes de pensamiento que más influyeron en estos sesudos personajes a la hora de crear lo que se llamó la "teoría crítica"; puestos ante la tesitura de explicar algo tan aparentemente inexplicable entonces como el fascismo (ahora sabemos mucho más que antes), los pensadores de la escuela de Frankfurt fueron tan perspicaces como para darse cuenta de que la nefanda enfermedad de la intolerancia surgía también a partir de variables culturales y psicológicas. Entonces, la "teoría crítica" se desarrolló como teoría multidisciplinar de alcance global que intentaba suministrar herramientas para entender y criticar las sociedades basadas en una clase media fuerte; no era tarea fácil, dado que dichas sociedades se mueven sobre un nivel de absurdo mucho mayor del que pudiera parecer en un principio.

¿Y qué tiene que ver todo esto con la cultura subterránea?

Por si resultare que alguien no se ha dado cuenta de que las consideraciones anteriores llevan de forma inexorable a abrazar como propia una cultura alternativa y/o antagónica a la oficial, ahí van algunas razones:

1. Históricamente, la cultura subterránea se ha caracterizado por actuar ante el poder constituido y los valores establecidos escogiendo entre el amplio abanico de posturas que existe entre la indiferencia más absoluta y la oposición más vitriólica y lenguaraz. Es por ello que el discurso antiautoritario es más típico de esta cultura que de la oficial.

2. Aunque este no es el momento ni el lugar para tratar este tema con la profundidad adecuada y además a lo mejor no os apetece, es oportuno mencionar que una de las cuestiones más debatidas por los pensadores de la escuela de Frankfurt fue la relación entre fascismo y razón instrumental. La crítica al positivismo surgida de esta controversia dio lugar al concepto de dialéctica negativa, que arriesgando ser corridos a gorrazos por cualquier verdadero entendido en filosofía podemos describir como una corriente de pensamiento basada en la crítica como herramienta teórica, que acepta por fin la idea que la realidad no puede ser encerrada en estereotipos, por lo que es tan inútil como contraproducente intentar limar a golpes las aristas de lo existente para que todo quepa en un sistema absoluto de ideas preconcebidas. Como forma de explorar el mundo que evita lo que se ha dado en llamar la conceptualización autoritaria, la dialéctica negativa se asemeja a la contracultura en que ambas predican la huida de los cánones ideológicos y artísticos preestablecidos, una mediante el pensamiento y la otra a través de la acción cultural directa.

3. Por si esto fuera poco, los profesores de la Escuela de Frankfurt, desencantados de la política por las razones ya citadas, convinieron en que el progreso social habría de llegar de la lucha cultural antes que del juego político; uno de estos profesores, Theodor W. Adorno, descolló en el campo del pensamiento estético desarrollando una teoría antagonista de la cultura cuyos ecos resuenan hoy con visionaria rotundidad. Además de ratón de biblioteca y marxista, Adorno era músico (pianista en concreto), apasionado de las vanguardias de la primera mitad del siglo XX en general y de la llamada Segunda Escuela de Viena (Schönberg, Webern y Alban Berg, a quienes además conoció personalmente) en particular. Vista desde la perspectiva actual, la Segunda Escuela de Viena no parece muy contracultural, pero en aquel momento una música "culta" tan alejada de Mozart y Beethoven no podía sino asombrar a propios y extraños (en posteriores artículos desarrollaré la teoría de que todo estilo musical posee una vertiente pop y otra vanguardista y anticonvencional; la música llamada "clásica" no es una excepción a esto). Cuando a partir de los años 30 se desarrollaron las herramientas para crear y reproducir el gusto de las masas, dirigiéndolo hacia subproductos lamentables y fáciles de vender (y no quiero señalar...), los primeros dedos acusadores que se levantaron fueron los de Adorno y Horkheimer, armados intelectualmente de su sesudo marxismo crítico de raíz hegeliana (qué le vamos a hacer; gentes de sienes plateadas y frente arrugada con doctorado en la Universidad Libre de Berlín y monóculo y chaqué opcionales han decidido que Hegel es uno de los pilares del pensamiento occidental, pero lo que es a mí la verdad es que me parece un perfecto abrazafarolas. Con esto no quiero decir que no haya habido filósofos que partiendo de lo garrapateado por Hegel en plomizos libracos hayan logrado generar teorías apasionantes que explican el mundo mejor que un libro abierto. Hala, ya he citado a Hegel tres veces, incumpliendo una de mis promesas del principio. Me temo que la otra también).

y por último (y ya era hora):

4. Era inmediata la crítica a la industria cultural, que vende mercancías que copian otras mercancías en lugar de obras que faciliten darle a las meninges. No se trata de que obliguen a pensar, sino de que queden como poso, como sedimento, como algo que años después se recuerde por lo asombroso de su contenido y por los bailes de emociones que suscita, y no por haber encontrado pareja en presencia de ese producto cultural, como pasa con las canciones "del recuerdo"...Visionario era este rapapolvo, pues la expresión "industria cultural" fue idea de estos dos pensadores estéticos de los que hablamos, y a pesar de su origen hipercrítico es utilizada a mansalva por distintos organismos, consorcios y delegaciones para referirse a un sector productivo que, miren por dónde, produce discos de Bisbal como churros, aportando nosecuántos puntos al PIB. ¿Es eso cultura? Pues según como se mire, según quien lo mire, eso va en gustos y etc. A mí, mientras no me dejen sin mis perlas minoritarias antifascistas alegando que no son rentables...Pero parece que el marxismo postula que el sistema capitalista es insaciable y no sabe dónde parar, y mucho me temo que en eso no se equivocaba del todo...Pues a lo que íbamos, que Adorno y Horkheimer imaginaron un ritmo (un solo ritmo) cuadrado, marcial, bailado y comprado al unísono por una población uniforme, unipolar, uninominal, unineuronal y uniceja (es maravilloso que gentes con distintas opiniones se pongan de acuerdo, pero la unanimidad absoluta es en general siniestra). Como la economía de escala (en este caso, la presentación de unos pocos productos que vendan mucho) maximiza los beneficios, ésa es la industria cultural.

Ah, se me olvidaba (lo siento):

5. En lugar de criticar por criticar como los perros del hortelano, los nostálgicos y las moscas cojoneras, Adorno y Horkheimer proponían alternativas. Efectivamente, se manifestaban alérgicos al entretenimiento disfrazado de cultura (no sé si es del todo correcta la palabra entretenimiento; no sé si significa lo mismo que "entertainment", que es el vocablo hollywoodiense que permite evocar el concepto en todo su horror). Aguantando a pie firme la marejada de abucheos y acusaciones de elitismo a que se expone cualquiera que reivindique estas cosas, Adorno y Horkheimer clamaban por un arte áspero, rupturista, aniquilador de moldes y prejuicios, de interpretación libre, que requiriese de un "trabajo" por parte del espectador en lugar de dejárselo todo mascado como papilla para lactantes, que no por casualidad presenta una textura en cierto modo repulsiva para los adultos ya formados. Entonces, el adulto artístico ha de cocinarse su propio alimento cultural a partir de este arte entendido al mismo tiempo como oposición y como enigma.

6. Muy lejos de las aulas universitarias, con frecuencia en horario nocturno, nació en un momento indeterminado (quizá en varios momentos no conectados entre sí) lo que hoy llamamos contracultura. La mayor parte de las veces se trataba de arte
áspero, rupturista, aniquilador de moldes y prejuicios, de interpretación libre, que requería de un "trabajo" por parte del espectador en lugar de dejárselo todo mascado como papilla para lactantes, que no por casualidad presenta una textura en cierto modo repulsiva para los adultos ya formados. No hubo partida de nacimiento. Ningún profesor levantó acta. En aquellos lugares se prefería la acción.


Continuará...

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