He aquí lo no programado. Lo humilde, lo artesano, lo desprejuiciado, lo crítico, lo juguetón, lo saltarín. Contemplad aquella cultura que empezó sin cobrar entrada. Exponed vuestros cuerpos, mentes, historias y sueños a las infinitas formas culturales crecidas en las calles, en las catacumbas y en las habitaciones. ¿Quién ha dicho que no podáis ser parte de todo esto? Sin camerino también se inventa. Sin cánones también se crea. De hecho, sin cánones es como se imagina. Esperamos de todos modos que lo que sigue os haga sentir que vivís en un universo un poco más amplio.

jueves, 7 de junio de 2007

¿Y cómo explicar la Teoría Crítica de la Escuela de Frankfurt en menos de 180 páginas sin aburrir a las ovejas ni citar a Hegel ni una sola vez?

Como no sabíamos por dónde empezar, lo hemos hecho por el final, es decir, por la teoría:



¿Y cómo explicar la Teoría Crítica de la Escuela de Frankfurt en menos de 180 páginas sin aburrir a las ovejas ni citar a Hegel ni una sola vez?

Tal vez no lo consiga (probablemente no lo consiga), pero en fin, vamos a intentarlo...

Naturalmente que la cultura subterránea existía mucho antes de que ningún profesor alemán empezara a escribir sobre ella, mas es conocido que quienes generan cultura en la oscuridad están demasiado ocupados con las tareas típicas de quien genera cultura en la oscuridad, entre las cuales podemos citar:

1. Abrir nuevos caminos en el más amplio sentido de la expresión.

2. Situar a la estructura social cara a cara con las víctimas de sus crímenes e incongruencias.

3. Atacar lo inatacable, discutir lo indiscutible, desacralizar lo sagrado, desolemnizar lo solemne.

4. Desafiar las capacidades propias y ajenas para la sorpresa.

5. No obedecer ninguna de las reglas anteriores si deja de estar justificado o apetece más decir otras cosas.

6. Pensar dónde irán cuando les venza el contrato de alquiler y el casero quiera meter en el piso a un sobrino suyo que se acaba de casar y hace dos meses entró a trabajar de administrativo en el servicio técnico de un conocido fabricante de lavadoras y fregaplatos.

7. Ganarse la vida; ya te dijo tu tío el de Valencia que no esperaras vivir del arte si te seguías negando a entonar el "Moderno pero español" de Manolo Escobar ("Señores, yo soy un hombre del siglo XX pero español...") en las fiestas de verano de alguna población serrana cuyos habitantes trabajan todos en Madrid y vuelven en julio, agosto y septiembre.



En esas circunstancias, y dado que los profesores alemanes cobran desde hace tiempo sustanciosos sueldos por encapsular el mundo en conceptos (en otras latitudes también los cobran, pero no se les hace tanto caso, pues el "Que inventen ellos" ha hecho mucho daño en según qué sitios), varios de estos eruditos eligieron crear una teoría de la contracultura antes que ponerse a tocar en una banda de rock and roll. Los pensadores de la Escuela de Frankfurt, que así se les dio en llamar, no albergaban en principio la intención explícita de desarrollar una teoría de la contracultura; en aquel entonces andaban consternados ante las lúgubres conclusiones sobre la naturaleza humana a que podía dar lugar el estudio del ascenso y caída del nazismo (la clase media ávida de poder también produce monstruos, y vaya monstruos que produce). Como marxistas que eran, les quitaba el sueño asimismo la desnaturalización de la ideología que profesaban por parte de burócratas y dogmáticos varios que la usaban como pretexto para cimentar una estructura de poder autoritario capaz de producir bombas atómicas y liderar la clasificación de países según el número de fusiles ametralladores fabricados. En su opinión, el socialismo era una idea demasiado noble como para acabar obligando a deportistas a atiborrarse de fármacos para ganar competiciones internacionales y que las banderas ondeasen al viento.

Por tanto, el antifascismo y el marxismo antiautoritario fueron las dos corrientes de pensamiento que más influyeron en estos sesudos personajes a la hora de crear lo que se llamó la "teoría crítica"; puestos ante la tesitura de explicar algo tan aparentemente inexplicable entonces como el fascismo (ahora sabemos mucho más que antes), los pensadores de la escuela de Frankfurt fueron tan perspicaces como para darse cuenta de que la nefanda enfermedad de la intolerancia surgía también a partir de variables culturales y psicológicas. Entonces, la "teoría crítica" se desarrolló como teoría multidisciplinar de alcance global que intentaba suministrar herramientas para entender y criticar las sociedades basadas en una clase media fuerte; no era tarea fácil, dado que dichas sociedades se mueven sobre un nivel de absurdo mucho mayor del que pudiera parecer en un principio.

¿Y qué tiene que ver todo esto con la cultura subterránea?

Por si resultare que alguien no se ha dado cuenta de que las consideraciones anteriores llevan de forma inexorable a abrazar como propia una cultura alternativa y/o antagónica a la oficial, ahí van algunas razones:

1. Históricamente, la cultura subterránea se ha caracterizado por actuar ante el poder constituido y los valores establecidos escogiendo entre el amplio abanico de posturas que existe entre la indiferencia más absoluta y la oposición más vitriólica y lenguaraz. Es por ello que el discurso antiautoritario es más típico de esta cultura que de la oficial.

2. Aunque este no es el momento ni el lugar para tratar este tema con la profundidad adecuada y además a lo mejor no os apetece, es oportuno mencionar que una de las cuestiones más debatidas por los pensadores de la escuela de Frankfurt fue la relación entre fascismo y razón instrumental. La crítica al positivismo surgida de esta controversia dio lugar al concepto de dialéctica negativa, que arriesgando ser corridos a gorrazos por cualquier verdadero entendido en filosofía podemos describir como una corriente de pensamiento basada en la crítica como herramienta teórica, que acepta por fin la idea que la realidad no puede ser encerrada en estereotipos, por lo que es tan inútil como contraproducente intentar limar a golpes las aristas de lo existente para que todo quepa en un sistema absoluto de ideas preconcebidas. Como forma de explorar el mundo que evita lo que se ha dado en llamar la conceptualización autoritaria, la dialéctica negativa se asemeja a la contracultura en que ambas predican la huida de los cánones ideológicos y artísticos preestablecidos, una mediante el pensamiento y la otra a través de la acción cultural directa.

3. Por si esto fuera poco, los profesores de la Escuela de Frankfurt, desencantados de la política por las razones ya citadas, convinieron en que el progreso social habría de llegar de la lucha cultural antes que del juego político; uno de estos profesores, Theodor W. Adorno, descolló en el campo del pensamiento estético desarrollando una teoría antagonista de la cultura cuyos ecos resuenan hoy con visionaria rotundidad. Además de ratón de biblioteca y marxista, Adorno era músico (pianista en concreto), apasionado de las vanguardias de la primera mitad del siglo XX en general y de la llamada Segunda Escuela de Viena (Schönberg, Webern y Alban Berg, a quienes además conoció personalmente) en particular. Vista desde la perspectiva actual, la Segunda Escuela de Viena no parece muy contracultural, pero en aquel momento una música "culta" tan alejada de Mozart y Beethoven no podía sino asombrar a propios y extraños (en posteriores artículos desarrollaré la teoría de que todo estilo musical posee una vertiente pop y otra vanguardista y anticonvencional; la música llamada "clásica" no es una excepción a esto). Cuando a partir de los años 30 se desarrollaron las herramientas para crear y reproducir el gusto de las masas, dirigiéndolo hacia subproductos lamentables y fáciles de vender (y no quiero señalar...), los primeros dedos acusadores que se levantaron fueron los de Adorno y Horkheimer, armados intelectualmente de su sesudo marxismo crítico de raíz hegeliana (qué le vamos a hacer; gentes de sienes plateadas y frente arrugada con doctorado en la Universidad Libre de Berlín y monóculo y chaqué opcionales han decidido que Hegel es uno de los pilares del pensamiento occidental, pero lo que es a mí la verdad es que me parece un perfecto abrazafarolas. Con esto no quiero decir que no haya habido filósofos que partiendo de lo garrapateado por Hegel en plomizos libracos hayan logrado generar teorías apasionantes que explican el mundo mejor que un libro abierto. Hala, ya he citado a Hegel tres veces, incumpliendo una de mis promesas del principio. Me temo que la otra también).

y por último (y ya era hora):

4. Era inmediata la crítica a la industria cultural, que vende mercancías que copian otras mercancías en lugar de obras que faciliten darle a las meninges. No se trata de que obliguen a pensar, sino de que queden como poso, como sedimento, como algo que años después se recuerde por lo asombroso de su contenido y por los bailes de emociones que suscita, y no por haber encontrado pareja en presencia de ese producto cultural, como pasa con las canciones "del recuerdo"...Visionario era este rapapolvo, pues la expresión "industria cultural" fue idea de estos dos pensadores estéticos de los que hablamos, y a pesar de su origen hipercrítico es utilizada a mansalva por distintos organismos, consorcios y delegaciones para referirse a un sector productivo que, miren por dónde, produce discos de Bisbal como churros, aportando nosecuántos puntos al PIB. ¿Es eso cultura? Pues según como se mire, según quien lo mire, eso va en gustos y etc. A mí, mientras no me dejen sin mis perlas minoritarias antifascistas alegando que no son rentables...Pero parece que el marxismo postula que el sistema capitalista es insaciable y no sabe dónde parar, y mucho me temo que en eso no se equivocaba del todo...Pues a lo que íbamos, que Adorno y Horkheimer imaginaron un ritmo (un solo ritmo) cuadrado, marcial, bailado y comprado al unísono por una población uniforme, unipolar, uninominal, unineuronal y uniceja (es maravilloso que gentes con distintas opiniones se pongan de acuerdo, pero la unanimidad absoluta es en general siniestra). Como la economía de escala (en este caso, la presentación de unos pocos productos que vendan mucho) maximiza los beneficios, ésa es la industria cultural.

Ah, se me olvidaba (lo siento):

5. En lugar de criticar por criticar como los perros del hortelano, los nostálgicos y las moscas cojoneras, Adorno y Horkheimer proponían alternativas. Efectivamente, se manifestaban alérgicos al entretenimiento disfrazado de cultura (no sé si es del todo correcta la palabra entretenimiento; no sé si significa lo mismo que "entertainment", que es el vocablo hollywoodiense que permite evocar el concepto en todo su horror). Aguantando a pie firme la marejada de abucheos y acusaciones de elitismo a que se expone cualquiera que reivindique estas cosas, Adorno y Horkheimer clamaban por un arte áspero, rupturista, aniquilador de moldes y prejuicios, de interpretación libre, que requiriese de un "trabajo" por parte del espectador en lugar de dejárselo todo mascado como papilla para lactantes, que no por casualidad presenta una textura en cierto modo repulsiva para los adultos ya formados. Entonces, el adulto artístico ha de cocinarse su propio alimento cultural a partir de este arte entendido al mismo tiempo como oposición y como enigma.

6. Muy lejos de las aulas universitarias, con frecuencia en horario nocturno, nació en un momento indeterminado (quizá en varios momentos no conectados entre sí) lo que hoy llamamos contracultura. La mayor parte de las veces se trataba de arte
áspero, rupturista, aniquilador de moldes y prejuicios, de interpretación libre, que requería de un "trabajo" por parte del espectador en lugar de dejárselo todo mascado como papilla para lactantes, que no por casualidad presenta una textura en cierto modo repulsiva para los adultos ya formados. No hubo partida de nacimiento. Ningún profesor levantó acta. En aquellos lugares se prefería la acción.


Continuará...

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