He aquí lo no programado. Lo humilde, lo artesano, lo desprejuiciado, lo crítico, lo juguetón, lo saltarín. Contemplad aquella cultura que empezó sin cobrar entrada. Exponed vuestros cuerpos, mentes, historias y sueños a las infinitas formas culturales crecidas en las calles, en las catacumbas y en las habitaciones. ¿Quién ha dicho que no podáis ser parte de todo esto? Sin camerino también se inventa. Sin cánones también se crea. De hecho, sin cánones es como se imagina. Esperamos de todos modos que lo que sigue os haga sentir que vivís en un universo un poco más amplio.

miércoles, 16 de abril de 2008

Merda d´artista (parte I)

Para muchos (espero que no para la mayoría), el artista no se hace. El artista nace. Tras nacer, se convierte en un apellido, o en un seudónimo, después de lo cual produce unos artefactos comúnmente llamados "obras de arte", que a veces son maravillosas y a veces son infumables, existiendo también toda la escala de términos medios.

Entra dentro de lo acostumbrado que esas obras de arte reciban galardones de prestigioso nombre, se puje por ellas en casas de subastas de prestigioso apellido y acaben en salones propiedad de prestigiosos industriales (así se llama ahora a los que producen cafeteras espresso, inversiones de capital riesgo, viviendas vacías o corrupción municipal). Los no-artistas también producen unos artefactos muy similares a las obras de arte, en verdad idénticos excepto en el nombre; no se les llama "obras de arte", y sólo por eso se supone que han de ser distintos, sólo por eso, nada menos que por eso. Radicalmente distintos, como un cactus y una torre de telecomunicaciones, porque en el mundo de los jugadores de ventaja el nombre no es una convención para definir el contenido; el nombre es el contenido mismo. Muchos se refieren entonces a "el Artista" sabiendo perfectamente lo que quieren decir con eso (la mayúscula es mía); alguien señalado por el dedo de Dios, que justifica en último término sus acciones en esa artistez impostada que le ha venido gracias a la posesión de un carisma sobrenatural, inasequible a quien viene a este mundo y se las arregla para avanzar por la vida sin más apellido que el que heredó de sus padres ni más seudónimo que el mote que sus más cercanos enemigos le hayan endosado.

El no-artista, entonces, carente de la posibilidad de hacer el mal utilizando su propio nombre y fama para justificar sus acciones, las fundamenta en vivencias experimentadas, en historias acaecidas, en imágenes que vinieron a sus sentidos, en formas de humor, en ideas de cambio, en necesidades no satisfechas, en propuestas alternativas de organización social...en realidades externas a su ego y que forman parte del ser social del hombre y de la experiencia personal susceptible de ser reinventada por otros individuos o grupos, que no es la experiencia personal de quien vive con un pedestal debajo, aunque sea el de Artista.

Por eso las obras de los no-artistas empiezan desplegándose en no-museos, es decir, en lugares donde la realidad sugiere, susurra, muerde, rasga y es transformada por las propias obras de los no-artistas. Un museo es otra cosa. Desempeña otras funciones. Artistas (con minúscula) seremos todos algún día, y las obras de quienes no tenían apellido ni seudónimo acabarán llenando los museos y causando la necesaria sorpresa.

Entretanto, como podemos leer en esta noticia, un túnel cavado por un Artista en un ecosistema artístico controlado es una Obra de Arte y aparece en las páginas de Cultura de la prensa murciana, y un túnel cavado por un grupo de activistas sociales en un ecosistema político libre es un Zulo y aparece en las páginas de Sucesos de la prensa sevillana. ¿Cuál de los dos túneles será recordado con más cariño?

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